Revista Religión
LEA: Mateo 27:27-31; 28:1-6 | Era el día después. Mi equipo favorito había perdido la final, y el sueño de ganar el campeonato había terminado. Afuera hacía frío y el cielo estaba algo encapotado cuando subí al auto para ir a trabajar. Nada de esto habría importado mucho, pero daba la impresión de que iba a ser un lunes gris.
En ese momento, sonó una canción en la radio que cambió mi perspectiva. Era Casting Crowns interpretando el himno «Un día glorioso»: Un día lleváronle [a Cristo] al monte Calvario; un día claváronle allí en la cruz. Hasta esa parte, nada alentador. Pena y dolores sufrió, y la muerte… más malas noticias. Pero después, la letra describe la buena nueva de la resurrección de Cristo y su victoria sobre la muerte.
De aquel día aciago (de la oscuridad del mediodía en esa ladera de Jerusalén) surgió la única esperanza verdadera para la humanidad. Como sigue diciendo la canción: Muerto salvome; y en el sepulcro, mi mal enterró. Resucitado es mi eterna justicia; un día Él viene, pues lo prometió. ¡Qué día glorioso!
Quizá hoy las cosas no empezaron bien para ti. Tal vez enfrentes una cantidad de problemas que amenazan con convertir este día en una jornada sin esperanza. Dirige tu atención hacia Cristo. Medita en lo que hizo por ti en el Calvario y cómo venció la muerte mediante su resurrección: «No está aquí, pues ha resucitado…» (Mateo 28:6). ¡Esta verdad puede tornar cualquier día en glorioso!
La tumba vacía de Cristo nos llena de esperanza.
(Nuestro Pan Diario)