Ni la sanción institucional, ni la retractación posterior, ni siquiera el premio final bastaron para dejar atrás las torpes y desafortundas declaraciones que Lars von Trier hizo en la última edición del Festival de Cannes. El 18 de mayo pasado, Distribution Company Argentina adhirió al repudio generalizado a través de un comunicado de prensa donde también anunció la cancelación del contrato que le habría permitido traer la última película del polémico director danés a nuestro país (y eventualmente a Chile y Uruguay).
La determinación de Bernardo y Paula Zupnik “de no apoyar ni estrenar” Melancolía reduce considerablemente las chances de un desembarco en nuestra cartelera comercial. Los argumentos esgrimidos legitiman la simbiosis entre obra y autor*, y la falsa deducción de que una relación comercial con Von Trier supone la aprobación o, peor aún, el respaldo/promoción de la supuesta reivindicación de Adolf Hitler y el nazismo.
Sin dudas, DCA sienta un precedente incómodo para la competencia. El escozor surge no tanto de la decisión tomada, sino de su difusión en los medios especializados (y de los lugares comunes barajados).
Según IMDb, Melancolía ya se estrenó en Noruega, Suecia, Checoslovaquia, Polonia, y en el transcurso del presente año llegará a las salas de Francia, Holanda, Finlandia, Gran Bretaña, Alemania, Estados Unidos. Por ahora, nuestro país queda al margen de esta gira internacional, y a la espera de alguna distribuidora dispuesta a firmar contrato con Von Trier.
Ojalá esto suceda. Primero porque no es justo que los cinéfilos paguemos por algún cineasta pecador (en este caso, más bien transgresor y provocador). Segundo porque existe la posibilidad de que el film premiado con una palma de oro (a la mejor actriz protagónica, Kirsten Dunst) revierta la mala impresión que provocó su antecesor** . Tercero porque es hora de empezar a distinguir entre obra y autor… y entre un neonazi revisionista y un enfant terrible a favor de la causa palestina (por lo tanto crítico de Israel).——————————————————-
* En 2011, esta simbiosis fue objeto de debate cuando Mario Vargas Llosa vino a Buenos Aires para inaugurar la Feria del Libro y, meses antes, cuando el Estado francés quiso homenajear al también escritor Louis-Ferdinand Céline.
** Vaya coincidencia, Antichrist tampoco se estrenó en nuestras salas.