Revista Ciencia

Un encuentro desafortunado con la Crataerina hirundinis

Por Guillermo Garcia-Sauco S. @guillesauco
    En mayo, ya habían vuelto los aviones comunes (Delichon urbicum) a Gran Bretaña. Una noche (18/5/2014), volvíamos de pasear al perro cuando Jess y yo nos encontramos, en la acera de delante de su casa, un avión en medio de la calle, con la cabeza debajo del ala. La escena no tenía el mejor aspecto, más que nada, porque un avión común en el suelo en medio de la noche, es un avión condenado. 

Un encuentro desafortunado con la Crataerina hirundinis

El animal no presentaba el mejor aspecto, y yo sabía que le quedaban pocas horas de vida.

    Para evitar incidentes, Jess pensó que lo suyo sería dejarlo en un pequeño callejón que comunica su jardín con la calle, así que eso hicimos, aunque con pocas esperanzas... Jess lo cogió y lo entró a casa para dejarlo en dicho lugar. El avión era consciente de todo, pero no se movía mucho, y tenía los ojos muy abiertos. Lo dejamos en el suelo, pero se me ocurrió que era mejor acercarlo más a la puerta, que tiene una rendija por la cual podía salir y encontrarse con el resto de aviones de la colonia que anida en casa de Jess. Tocarlo fue un error.    Unos minutos después, un insecto de extraño aspecto me sorprendía bruscamente agarrado a mi mano, aunque yo prácticamente no podía notarlo. Su apariencia no era muy... mmmh... agradable, digámoslo así, así que al verlo ahogué un grito y restregué mi mano contra la colcha de Jess (lo primero que vi cerca) para deshacerme de aquel parásito y fui corriendo a lavarme las manos. Después, con una pequeña cajita de plástico transparente, volví en busca de aquella mosca que no recordaba haber visto nunca.    ¡Qué bicho más raro! Era como una mosca amarillenta, sucia, aplanada, con patas ultradesarrolladas que le daban un leve aspecto arácnido. Las alas estaban reducidas a simples estructuras alargadas semitransparentes, parduscas y brillantes. Dentro de la cajita, se desplazaba rápidamente, como reptando. Era una mosca parásita, concretamente, una Crataerina hirundinis.

Un encuentro desafortunado con la Crataerina hirundinis

Crataerina hirundinis. © Paul Beuk

   Crataerina hirundinis es un ectoparásito, perteneciente a la familia Hippoboscidae (es un díptero, como las moscas normales y corrientes) especializado en aviones comunes por lo general, aunque, en menor medida, también puede atacar a demás hirundínidos y vencejos. Es hematófago, y sus patas están adaptadas a caminar sobre el plumaje de sus huéspedes, a los que se sujetan incluso en vuelo.     Al día siguiente, encontramos al avión común muerto al otro lado de la puerta, es decir, en la calle, en un rincón. Otra mosca piojo, como se les llama vulgarmente, permanecía sobre el obispillo del pájaro mientras lo observábamos. Creo que fue inevitable expresar algo de repulsión sobre este animal. Lo que más llama la atención es su tamaño con respecto a su víctima. Un avión común, desde la punta del pico a la cola, puede llegar a medir unos 15 cm. La Crataerina no llegaba a un centímetro. Es como si una persona estuviera parasitada por un bicho del tamaño de un buey de mar.

Un encuentro desafortunado con la Crataerina hirundinis

El avión común, ya muerto, con una Crataerina hirundinis todavía sobre él.

    Crataerina hirundinis no pone huevos directamente, sino que, a finales de verano, pare larvas vivas que pupan poco después de nacer dentro del nido de barro de los aviones. Pasan el invierno en forma de crisálida y, con la vuelta de los aviones en primavera, emergen los adultos, y el ciclo continúa. La aparición de los adultos tal vez tenga que ver con el aumento de temperatura en el nido, ya que, no lo olvidéis, las aves también son de sangre caliente. La cópula tiene lugar en el nido.

Un encuentro desafortunado con la Crataerina hirundinis

Crataerina hirundinis

    ¿Habéis tenido alguna vez un encuentro con esta interesante especie de mosca? Si es así, podéis relatar vuestra experiencia en los comentarios.

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