La Persia sasánida tuvo su época de esplendor bajo monarcas como Sapor II (309-379), que pusieron en jaque a las tropas romanas y arrebataron al imperio varias provincias a mediados del siglo IV. Sin duda constituyeron el peligro más notable de la frontera oriental del imperio. Por medio de la guerra o de la paz, como en el caso de Yazdgerd I (399-421), los persas sasánidas, erigidos en la otra gran potencia de la época, supieron hablar de tú a tú a los romanos. Cosroes I, por ejemplo, fue el gran rival de Justiniano y se debatió entre la "paz eterna" firmada con él, y las amenazas bélicas constantes, para mantener su poder.
Otros monarcas, como Ormuz IV o Cosroes II, supieron mantener el prestigio de su imperio hasta que este cayó en manos de los califatos islámicos tras la larga guerra contra estos que perdió Yazgerd III (632-651).
Relieve sasánida localizado en Taq-e Bostan, dedicado a la coronación de Ardacher II;
el personaje representado bajo los pies del monarca es el emperador Juliano.