"Los niños de mis relatos no tienen edad, lo que se contradice con su naturaleza fundamental. Un psicólogo evolutivo renegaría de la verosimilitud de mis personajes. Lo que aquí se manifiesta es la infancia o, más acertadamente, su reflejo".
"[...] mi compromiso no se manifiesta a través de la narrativa mal llamada "realista" [...]", afirma Javier Cluj en la introducción a su libro Fabulino, un conjunto de textos literarios, cortos, en forma de cuento y de teatro breve, que sirven al autor para darse a conocer como escritor de ficción.
Y es clave para el lector tener presente esta afirmación de Cluj para no malinterpretar el contenido de las historias que se narran, pues, si bien los personajes que pueblan sus narraciones o escenas dramáticas son niños, el público al que se dirigen es el adulto. Tanto el lenguaje literario elegido (léxico, discurso y estructura) como a menudo los temas que trata excluyen claramente un público infantil. Las temáticas son duras y no precisamente abordadas con la precaución debida a las edades tiernas. También el tratamiento de los personajes podría antojársele inverosímil en ocasiones al lector, pues los supuestos niños que pueblan los mundos que se nos abren no actúan ni se expresan como tales.
Se produce pues un distanciamiento entre el autor y sus personajes, que a su vez provoca en los lectores un efecto de extrañamiento en el sentido brechtiano. Cluj deforma sus criaturas infantiles con intención, no para que empaticemos con ellas, sino, al contrario, para que las veamos contrahechas como en un espejo convexo o cóncavo, donde se vea reflejado el lector en el pasado, como el niño que fue. Un espejo aparentemente engañoso, que en realidad nos ayuda a ver más claramente nuestra esencia. Diríase que al autor le interesa la etapa infantil de la naturaleza humana y su evolución como tema, pero no la idealiza en absoluto. Prueba de ello es el cuento con el que abre su libro, Lectura inglesa del Robinson Crusoe de Defoe con dedicatoria a William Holding, clave para entender el cuento y para desmitificar la supuesta inocencia infantil.
Casi todos los textos van precedidos de una dedicatoria, a menudo a escritores a los que quiere rendir homenaje o cuya enseñanza literaria y/o biografía ha inspirado la temática o el estilo del autor ( Goldszmit, con dedicatoria a Janusz Korczak; El pequeño apátrida de Padua, dedicado a Edmondo de Amicis); algunos nombres también deformados, como sus personajes infantiles (Christinne Nöstlingero, Edgar Allan Poek o Jorge Luis Borgesk; también a músicos u otros personajes que le han cautivado y marcado su recorrido vital ( Montaña de oro, amor de Dios, con dedicatoria "A toda la tribu de los Bach", o bien el cuento que dedica a Yagouine Koita y Fodé Tounkara, los dos polizones guineanos del Airbus de Sabena Airlines que volaba desde Conakry a Bruselas y murieron congelados en el tren de aterrizaje del avión el 28 de julio de 1999. De uno u otro modo los textos juegan con los nombres de las dedicatorias.
El efecto de extrañamiento con que Javier Cluj marca su estilo personal va más allá de lo mencionado, a veces también lo hilvana en la construcción de las historias que parten de hechos reales pero manipula para su propósito, como la de los polizones de Conakry, que en su cuento se convierten en femeninos.
Las temáticas que Cluj elige ponen de manifiesto la sensibilidad social y su experiencia como pedagogo, si bien su tratamiento literario se aleja conscientemente de la moralina. Pero Cluj no soslaya las problemáticas por su dureza; al contrario, las busca, aunque no exclusivamente: la Segunda Guerra Mundial, el transporte de niños judíos al campo de exterminio, las muertes que se cobra la inmigración, el acoso escolar, busca la reflexión sobre la manipulación genética... o bien desmonta con ingenio y cierto humor prejuicios muy arraigados, escondidos bajo el manto de la hipocresía (como los de patria, hermano, o los atributos con que se califica a la gente de un país determinado), como en El pequeño apátrida de Padua, dedicado a Edmundo de Amicis.
Javier Cluj (*1980), licenciado en Filología Hispánica, evidencia vastos conocimientos culturales y literarios; es hábil en el cambio de registro; no solo lo demuestra el hecho de que en su libro cultiva el cuento y, aunque en menor medida, el teatro breve, sino también porque utiliza diversas técnicas narrativas: epistolar ( Fragmentos de una epístola romana), narrador omnisciente, homodiegético, diálogo (o la combinación de la voz narradora con este).
El libro va precedido de una nota de agradecimientos y de un prólogo de Vicente Cervera Salinas, catedrático de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Murcia, en el que Cervera, dirigiéndose directamente al autor, glosa su relación de profesor-alumno universitario con él, así como en las múltiples actividades culturales compartidas y hace un minucioso recorrido por los numerosos y logrados ecos literarios de grandes autores clásicos universales en el libro de Javier Cluj.
También incluye una ilustración en blanco y negro -la de la cubierta-, de Ana Brocal, que, con variación de palabras que incorpora a modo de título, sirve al autor para marcar diferencias entre capítulos.
En la introducción el autor explica la elección del título, haciendo referencia al nombre del dios romano y a las etimologías a las que remite.
Le auguramos una exitosa carrera literaria.
Javier Cluj
Traducción de Aloma Rodríguez Gascón
Ilustraciones de Ana Brocal
Ed. Libros Indie, 2021, 127 pp.

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