Aprovecho el Mes de la Metaliteratura para rescatar esta reseña que publiqué en Anika entre Libros hace no demasiado tiempo de un libro que me encantó y que juega con uno de los personajes más clásicos de la literatura: Caperucita Roja.
Título: Un final perfecto
Título Original: (Red One, Two, Three, 2015)
Autor: John Katzenbach
Editorial: B de Bolsillo
Copyright:
© John Katzenbach, 2014
© Ediciones B, 2015
Traducción: Mercé Diago y Abel Debritto
Edición: 1ª Edición: Enero 2015
ISBN: 9788490700167
Tapa: Dura
Etiquetas: acción, psicópatas, género negro, misterio, literatura estadounidense, metaliteratura, novela, thriller, thriller psicológico, suspense, escribir, Caperucita, falsas apariencias, fetichismo
Nº de páginas: 432
Argumento:
Tres mujeres pelirrojas reciben la misma nota amenazante de parte un lobo feroz que las quiere matar. Las tres caperucitas son una doctora, una profesora y una estudiante que no se conocen entre ellas y el lobo, un psicópataescritor que quiere firmar su obra más importante… en los dos sentidos.El acoso psicológico al que someterá a sus víctimas hará que las tres mujeres busquen caminos para no acabar cumpliendo la profecía de la versión más cruenta del cuento tradicional.
Opinión:
He disfrutado muchísimo con esta novela porque tiene dos de los ingredientes que más me gustan: suspense y metaliteratura. El primero viene dado por la trama, por el contenido de este libro que nos habla de un psicópata que está planeando el crimen perfecto, el más colosal, el que ponga un broche de oro a su carrera. Katzenbach dosifica a la perfección tanto la información que nos va ofreciendo sobre los cuatro protagonistas principales (el asesino y las tres víctimas) como el ritmo que le da a la acción. Además, juega continuamente con el paralelismo (de contenido pero también en la sintaxis y en la estructura de la novela) para ir mostrando las acciones que van desarrollando, de forma muchas veces simultánea, esos cuatro personajes. Este juego paralelístico es muy destacado al principio, cuando nos presenta a las tres pelirrojas y, en el bando opuesto, al asesino. De hecho, el comienzo del libro es ya un paralelismo: las tres primeras fases comienzan las mismas palabras (Pelirroja Uno, Pelirroja Dos y Pelirroja Tres y continúan narrando qué hace cada una de ellas en el momento en el que comienza la acción).Katzenbach juega, asimismo, tanto con el trato individualizado de cada una de las víctimas (nos cuenta, por ejemplo, la vida de cada una de ellas, sus costumbres, sus problemas, sus taras, sus personalidades…) pero también con la unidad que suponen como víctimas del mismo asesino. Una unidad que se potencia con la referencia continua a esos Pelirroja Uno, Pelirroja Dos y Pelirroja Tres que deshumaniza a las víctimas como personas con trayectoria propia y las amalgama de acuerdo a lo único que las une: el color de su pelo y su condición de víctimas del asesino.
Tanto el color del pelo como la identidad del asesino me llevan a hablar de ese segundo elemento que mencionaba al principio: la metaliteratura. La reflexión sobre la literatura dentro de la propia literatura se plasma aquí de dos modos diferentes: por un lado, el asesino es un escritor que habla, en no pocas ocasiones, sobre la construcción de una novela policíaca, sobre el ritmo, el desarrollo de la acción, la elección de los personajes… De hecho, el propio título en castellano hace referencia a ese final perfecto que busca todo escritor para su obra, aunque en este caso, también es utilizado a lo largo de la novela como metáfora del ocaso de un carrera literaria y una vida y, en el plano criminal, con el final perfecto que todo crimen que no quiera ser resulto ha de tener. En este sentido, hay que destacar que el toque metaliterario no se refleja solo en las reflexiones del escritor sobre su método sino también en la transcripción de parte de sus textos, con una sangría distinta que lo diferencia del resto de la narración.
Por otro lado, la segunda vía a través de la cual la historia de la literatura se cuela en esta novela viene propiciada por el cuento de Caperucita, leitmotiv de toda la obra y fuente inagotable de referencias y juegos en la trama. Empezando por el color del pelo de las víctimas, símil que recuerda a la caperuza de la protagonista del cuento infantil, y continuando por la autodenominación del asesino como Lobo Feroz que pretende emular la versión más cruenta del relato. Pero las caperucitas ya no son lo que eran, han escuchado demasiadas historias con lobos feroces en sus entrañas y, lo que es peor, han visto tanto lobos feroces en sus vidas que su reacción no será igual que la de la tierna protagonista del cuento. Katzenbach juega, así pues, también con la transgresión de los cuentos tradicionales, con la inversión de modelos y con los cambios que se pueden operar en las historias de sobra conocidas.
En definitiva, Katzenbach nos regala una historia con importantes reflexiones sobre la vida, la muerte y la maldad, sobre las falsas apariencias y lo que se esconde detrás de la apariencia de normalidad, sobre los límites de cada uno de nosotros y cómo estamos dispuestos a encajar los cambios que se producen en nuestra vida y sobre la valentía que uno saca cuando se siente amenazado por cualquier lobo feroz. Y todo ello con una estructura narrativa muy adecuada, un empleo de los recursos literarios muy eficaz y una historia que no decae ni en ritmo ni en intriga ni en interés. Enlace a la reseña original. Nos seguimos leyendo.