Revista Arte
Un final, un comienzo, ¿quién conocerá la verdad?
Por Arte Mas Plus Mirta Ester Castillo. @artemasplusUn hoja muerta se balancea con el viento del otoño, apenas se sostiene débilmente del árbol que la trajo a esta vida.
Vivió los tiempos, fue un retoño acariciado por el sol de la primavera, tomó fuerza y se convirtió en hoja verde y altanera, mostró su cara fresca después de que la lluvia la regó con sus maravillosas gotas que se secaron con el viento y con un nuevo sol que resalto su verde belleza.
Se sintió eterna, las aves la visitaban, al igual que los insectos y hasta algún humano se refugio bajo su sombra para resguardarse de los rigores del verano.
Su vida no tuvo altibajos, entendió su destino, ¡si es qué alguien puede entender el destino!. Nacer, crecer, moverse con la brisa, mostrarse para ser vista, para ser elogiada, para ser la única...la única entre tantas como ella. Permitió ser polenizada, a veces ignorada, otras admirada. Su tiempo era eterno, su belleza jamás seria avasallada...Un día empezó a soplar un viento más frío, más cruel, más destructivo. Su color, ¡su color fue cambiando!, primero lo vio en aquellas que la rodeaban, pero después pudo ver, con horror, que ella también estaba cambiando, de verde a amarillo, de amarillo a ¿qué?, no obtenía respuestas a sus preguntas, con firmeza trato de aferrarse a la rama conocida, pero también la rama estaba distinta, más débil, más fina, menos compasiva.
Comprendió entonces la verdad, miró más allá y, entre otras ramas secas, pudo divisar los brotes que mostraban un futuro que ella no vería...
Esos brotes, que aún en pleno otoño, anunciaban que un nuevo ciclo se iniciaría. Entonces comprendió que solo había sido un breve momento de diversión de la naturaleza, su tiempo concluía, pero otras seguirían la eterna sin razón de ser: la vida.