Revista Cultura y Ocio

Un funeral para los landmarks

Por Mauriciojaviercampos @mauriciojcampos
Leyendo las crónicas de la Gran Logia Valle de México -1956-, sobre la muerte de José Armengol, Gran Maestre de la Gran Logia Española en el exilio. Ni mención del Grande Oriente Español, a pesar de que la Obediencia mexicana mantuvo cordiales relaciones con ambas potencias exiliadas durante, por lo menos, las décadas de 1940 y 1950.Aún cuando la Gran Logia Valle de México le otorgó hospitalidad y asilo a la Gran Logia Española, según decreto Nº 441, expedido en febrero de 1945, el Gran Comendador Barea del Supremo Consejo y Armengol, como Gran Maestre, en sendas entrevistas, tachaban al Grande Oriente Español de Martínez Gil de "irregular" según los parámetros de la Gran Logia de Inglaterra, ya en 1944. La disputa se trasladó al Río de la Plata, envolviendo en ella a la Gran Logia de la Masonería Argentina del Rito Escocés Antiguo y Aceptado y al Gran Oriente Federal Argentino (obediencia adogmática y liberal). En este último militaban, entre otros, Luis Jiménez de Asúa, Augusto Barcia Trelles, Juan Manuel Iniesta (ex Gran Maestre en España y Gran Maestre de la Gran Logia Hispano-Argentina del G.O.E.), y Manuel Blasco Garzón, íntimo amigo de Diego Martínez Barrio.Actualmente suele minimizarse el impacto continental de esta Obediencia de apenas 16 Logias y 550 miembros. Fue pionera en la organización de los primeros congresos de laicismo y del primer bloque de Potencias Latinoamericanas.La Gran Logia Unida de Inglaterra tuvo que intervenir en 1950 para detener su avance e influencia provocando diversas rupturas regionales.Por aquella época eran sus aliadas y se reconocían como tal las Grandes Logias de Chile, Uruguay, Perú, Valle de México, Bolivia, Colombia y los Grandes Orientes de Brasil, Francia, Bélgica y el Español en el exilio, entre otras Potencias. La Gran Logia Española en el exilio brillaba por su ausencia en las publicaciones y fotografías consultadas de esos años.Existe al respecto una ponencia notable, presentada por el Hermano Alfonso Rivera Pérez en el X Congreso Masónico Nacional Mexicano, aquel que fuera Gran Maestre de la Gran Logia Valle de México, por aquella época Garante de Amistad del G.O.F.A. ante dicha Gran Logia mexicana y uno de los artífices de la unidad masónica de México y uno de sus más preciados miembros de la mitad del siglo XX.

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