Revista Ciencia
La mayoría de las críticas que se leen contra el gobierno y su manejo de la crisis se pueden agrupar en tres categorías:
1. Está incumpliendo su programa electoral.
2. Está tomando las medidas de política económica equivocadas.
3. Está siendo errático, usando malos modos, mala comunicación y engañando con las palabras.
He de reconocer que, de las tres, la primera es la que menos me preocupa. Seguramente no debería ser así y, en una democracia, el programa electoral debería ser un compromiso serio. No es así, lamentablemente. Y, en el caso del programa del PP, era materialmente imposible que fuera así. Nunca creí (y no puedo pensar que alguien no lo creyera) que quien ganara las elecciones pudiera evitar hacer recortes (tal vez no los de este gobierno), subir todos los impuestos (tal vez de otra manera) y negociar ayudas europeas (acaso otras que las que finalmente estamos teniendo). Tampoco era previsible que ni el PP ni el PSOE dejaran caer ningún banco (y esto sí podía haberse hecho).
Sobre la segunda ya estoy comentando en algunas entradas, como cuando he hablado de la reforma laboral, de una posible reforma de la educación o de la ayuda a la banca.
Pero, con todo, creo que más grave aún es que no tiene la más mínima mano izquierda para llevar a cabo sus políticas, acertadas o erradas. Hasta ahora no hemos visto ejemplaridad ni intento de ser equitativos en los sacrificios. No creo que subiendo los impuestos a los más ricos nos resuelva el problema del déficit como algunos parecen creer, pero el gobierno no puede dejar de hacerlo. El impuesto sobre el patrimonio, un poco más en el IRPF,... aportarán algo de dinero, pero, sobre todo, aportarán un sentido de justicia que ahora no se está teniendo en cuenta. Tampoco soy muy optimista en que la lucha contra el fraude sea una parte grande de la solución, pero no estamos viendo tampoco siquiera un gesto en este sentido, solo una mala amnistía fiscal y un tímido aumento de la inspección. No hay un gran plan para encontrar y castigar a los evasores. Tampoco se entiende que se deje fuera del esfuerzo nacional al mayor propietario del país, la iglesia católica. Finalmente, el que el gobierno y el parlamento se bajen el sueldo en lo que corresponde a una paga extra me parece muy poca ejemplaridad.
Si hay una crisis, como si hay una epidemia, la sufriremos todos no importa quién la haya causado. En esto tampoco podemos ser ingenuos, pero por lo menos uno quisiera que ocurrieran tres cosas. Primero, que se minimice el daño (con las políticas acertadas). Segundo, que se investiguen posibles hechos delictivos (si un banco declara beneficios y meses después se encuentra que en realidad había grandísimas pérdidas seguro que hay alguna falsedad en documento contable, por lo menos eso). Tercero, que no haya nadie privilegiado.