Revista Sociedad
Por Sonia Aparicio
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«¿Qué cree usted que es un artista? ¿Un imbécil que sólo tiene ojos si es pintor, oídos si es músico o una lira que ocupa todo su corazón si es poeta? Bien al contrario, es un ser político, constantemente consciente de los acontecimientos estremecedores, airados o afortunados a los que responde de todas maneras. No, la pintura no se hace para decorar pisos» (Picasso, a un periodista, tras la IIGM)
Si intentáramos explicar a un niño qué es el 'Guernica', cada uno daría mil matices, pero todos coincidiríamos en una idea común: que el cuadro más famoso de Pablo Ruiz Picasso es un grito contra el horror y la barbarie de la guerra. De cualquier guerra. De todas las guerras.
«En 'Guernica' no hay bombas, ni aviones, ni nada por el estilo porque no es una guerra u otra guerra, ni ésta ni aquella; es la manera en que Picasso muestra su rechazo a cualquier tipo de violencia de la guerra», explica Paloma Esteban Leal, conservadora del Museo Reina Sofía, donde el cuadro 'descansa' desde 1992, sometido a estrictas medidas de conservación y seguridad. A partir de ahí, cada uno de los elementos que integran el lienzo puede ser objeto de múltiples y distintas interpretaciones. El toro, el caballo, la madre con el hijo muerto, la paloma, la ventana en llamas, la bombilla en el centro, los restos del guerrero…
«Más allá de lo que digan los expertos, es interesante escuchar a las personas que no lo son», dice José Lebrero, director del Museo Picasso de Málaga, «porque si hay algo que hace estas grandes obras tan especiales, es que trascienden cualquier discurso culto o retórica histórico-artística; nos llevan a unas dimensiones y a un espacio que tienen muchas lecturas. Yo, más que decir lo que es 'Guernica', intentaría escuchar lo que otra persona cree que es».
Son muchas las teorías que desgranan cada centímetro del lienzo, la simbología y el significado de lo que el artista quiso expresar con cada una de las figuras que pintó, sus antecedentes e influencias. Dos tesis principales centran este especial. Por un lado, la que defiende el director de fotografía José Luis Alcaine, convencido de la influencia que pudo tener en la mente creadora del malagueño la adaptación que Frank Borzage hizo para el cine de la novela de Hemingway 'Adiós a las armas'. También en 'Los horrores de la guerra', de Rubens, se ha visto mucha de la simbología que recoge el lienzo de Pablo Ruiz Picasso.
La Historia del 'Guernica' comienza en enero de 1937, cuando el Gobierno de la República encarga a Picasso un gran cuadro de 11x4 metros para el pabellón español de la Exposición Universal que se celebraría ese año en París. Desde el 1 de mayo, en un ático del número 7 de la parisina rue des Grands Augustins, el malagueño invierte varios días en numerosos esbozos preparatorios —un total de 62—, antes de abordar el lienzo en blanco. El 10 de mayo empezó a pintar su gran obra de 3,51x7,82.
Pocos días antes, el 26 de abril, la localidad vasca de Gernika había sido bombardeada y devastada por la Legión Cóndor alemana. El tema corre de boca en boca entre los españoles en París y la prensa francesa también se hace eco de ello. Todos los expertos coinciden en que los comentarios populares y las imágenes en blanco y negro que publican los periódicos del ataque indiscriminado sobre la población civil y la devastación de la ciudad dan definitivamente al malagueño el tema para la obra que en esas fechas tiene entre manos.
'Guernica' es una de las ocasiones en que Picasso se implica en el tema social y deja por unos momentos su vida personal, que es lo que le suele inspirar más frecuentemente. La obra, alegato universal contra la violencia y la barbarie, viajó por Europa y EEUU —y el lienzo sufrió mucho por ello— en busca de simpatías y fondos para la causa republicana, silenciada tras el triunfo franquista, en 1939. Picasso expresó su deseo de que el cuadro no volviera bajo ningún concepto a España mientras no se restableciera la democracia. Y tuvieron que pasar más de cuatro décadas para que el 'Guernica' pisara suelo español. Un recibo de 150.000 francos sirvió al Gobierno para demostrar la propiedad de su encargo. El 10 de septiembre de 1981, el 'Guernica' aterrizaba en el aeropuerto de Madrid-Barajas.
Foto: Pablo Ruiz Picasso