Revista Arquitectura
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ARQUITECTURASteven Holl, considerado entre los mejores arquitectos del mundo, construirá un edificio para la Universidad Nacional. Estuvo en Bogotá y SEMANA habló con él.
Los museos y los edificios para universidades son las obras que más inspiran a Holl. Estos son algunos de sus trabajos
Hasta ahora, los arquitectos extranjeros que han construido obras en Colombia han sido personajes que, como Thomas Reed, Gaston Lelarge o Leopoldo Rother, desarrollaron buena parte de sus proyectos en el país, sin lograr mayor reconocimiento en otros lugares. Otros hitos arquitectónicos de la ciudad han sido obra de colombianos. No existe en el país una obra de un arquitecto foráneo de fama mundial. De ahí la trascendencia del anuncio que hizo la semana pasada la Universidad Nacional sobre la construcción del nuevo edificio de posgrados de Derecho y Economía a cargo del norteamericano Steven Holl.
Holl está hoy al nivel de Frank Gehry, creador del Guggenheim de Bilbao, y de recientes ganadores del codiciado Premio Pritzker, como el suizo Peter Zumthor y el portugués Eduardo Souto de Moura. Para Juan Carlos Mesa, arquitecto y columnista de la revista Arcadia, se trata, sin duda, "de uno de los nombres claves de la disciplina hoy en el mundo". Lo avala también la prestigiosa medalla Alvar Aalto, que recibió en 1998, la Gran Medalla de Oro de la Academia de Arquitectura Francesa y el haber sido escogido en 2001 por la revista Time como el mejor arquitecto de Estados Unidos, diez años después de que el MOMA, de Nueva York, organizara una muestra de sus diseños, que suelen ser en acuarela. Aunque ha diseñado centros residenciales muy aclamados, como el de Makuhari, Japón, su fuerte está en los museos y edificios para universidades, lo que tuvieron en cuenta las directivas de la Universidad para escogerlo.
Pero sobre todo, estaba el propósito de tener en la ciudad universitaria una obra de un arquitecto de talla mundial. "Optamos por Holl por la cualidad que tiene de que cada proyecto es único. No es una corporación como Norman Foster. Él mismo los diseña", explica Guillermo Restrepo, encargado del proyecto desde la Vicerrectoría de la Universidad.
Su obra tiene como denominador común la forma magistral como crea espacios a partir de un virtuoso manejo de la luz. A esto se suma el uso de formas cúbicas, del vidrio y el diseño de superficies sinuosas, con curvaturas como la que adquiere la madera al levantarse. También es conocido por tener siempre en cuenta en sus diseños las características físicas y climáticas del lugar. Tiende hacia el diseño verde y, para esto, suele incorporar paneles solares y mecanismos de reciclaje de aguas lluvias.
Este proyecto promete ser un hito en el campus. Su diseño llamará la atención en el conjunto de la Ciudad Blanca pero sin disonar, pues logra acoplarse a lo existente. En 5.500 metros cuadrados habrá espacios de estudio, aulas y un auditorio. Estará ubicado frente a la capilla y cerca al Museo de Arte. "Tendrá un enorme valor simbólico. El que sea pequeño y que no necesite de mucha tecnología permite que sus costos sean razonables, y por eso se decidió encargárselo a Holl", afirma Restrepo. Sobre el costo de contar con un arquitecto de tantos pergaminos, Restrepo asegura que "es un mito que estas figuras sean inalcanzables. Holl no es un arquitecto que trabaje fijándose solo en el dinero. Ellos se han mostrado siempre muy solidarios con la Universidad en términos de dinero, haciendo un esfuerzo para que este sea un proyecto económico factible".
Lograr que el edificio sobresaliera sin caer en la extravagancia fue uno de los retos más grandes en la fase de diseño. Por eso, Holl tuvo que estudiar antes el diseño original de la Ciudad Universitaria, obra del alemán Leopoldo Rother. "Una de las cosas más emocionantes fue trabajar dentro de lo que hizo Rother, un plan hermoso, basado en ejes clásicos y aros concéntricos", dice. El objetivo de Holl no se limita a que su obra no desentone; quiere ir más allá. Y añade: "Queremos con esta obra reconstruir uno de estos aros concéntricos que fue interrumpido. El edificio pretende mirar al plan de Rother, trata de incorporarse a él y revigorizarlo con una energía especial".
Es también un diseño que no desconoce y, por el contrario, se conecta con el entorno. "De verdad, quisimos sacar ventaja del clima de Bogotá, de tal forma que no se requiera ni calefacción ni aire acondicionado. Buscamos las sombras y organizamos los espacios para maximizar la ventilación natural", asegura Chris McVoy, socio de Holl. Él también reconoce que una de las cosas que más lo emocionan de trabajar acá son las ventajas que ofrece el clima bogotano. "Este nos permite que espacios exteriores e interiores se fusionen en el contexto de un campus tan verde, un pulmón de la ciudad. Queremos incorporar la naturaleza que rodea al edificio, redefinirlo y mejorar esta zona verde. Esto lo haremos desde un punto de vista psicológico, haciendo que sea un sitio agradable para estar y estudiar", añade McVoy. Holl lo complementa al asegurar que este diseño carece de una fachada de esas que en otros edificios "funcionan como máscara opaca".
Y es que, por suerte, algo tan crucial en la obra de Holl como la luz no falta en Bogotá. "Sabemos de la importancia de la sombra que produce el sol directo del trópico; queremos una sensación de sombra, pero no de oscuridad. El edificio está hecho de una serie de espacios que crean esa sensación por todas partes sin dejar de ser luminosos", explica McVoy.
El edificio, como los últimos suyos, tendrá energía solar, cubiertas verdes y reciclaje de aguas grises."Queremos que tenga cero huella de carbono, haremos lo posible por que cada uno de sus materiales sea sostenible. Siempre buscamos el grado más alto de eficiencia en el uso de energía solar", afirma Holl. Será construido en concreto reforzado con fibra de algún material diferente al acero que, se espera, pueda ser desarrollado en Colombia por la Facultad de Ingeniería de la Universidad.
Con este edificio, como ocurre con todas sus obras, Holl, que es también un dedicado maestro, abre un nuevo capítulo de investigación, el primero en América Latina. Y esto lo emociona: "El giro en esta década va a ser hacia Latinoamérica, por los recursos naturales y las posibilidades de hacer una arquitectura totalmente sostenible que use energía solar y que no necesite combustibles fósiles". Pero ante todo, lo estimula el que su primer proyecto en el continente sea para uso académico. "Yo mismo he sido profesor de Arquitectura durante 25 años en la Universidad de Columbia, y como arquitecto mi obra tiene que ver sobre todo con museos e infraestructura educativa. Buscamos lugares inspiradores para enseñar y aprender", concluye.
Este es el diseño inicial del edificio que Holl presentó el martes en Bogotá. Estará ubicado frente a la capilla y junto al Museo de Arte Moderno. Será visible desde la avenida NQS
ARQUITECTURASteven Holl, considerado entre los mejores arquitectos del mundo, construirá un edificio para la Universidad Nacional. Estuvo en Bogotá y SEMANA habló con él.
Los museos y los edificios para universidades son las obras que más inspiran a Holl. Estos son algunos de sus trabajos
Hasta ahora, los arquitectos extranjeros que han construido obras en Colombia han sido personajes que, como Thomas Reed, Gaston Lelarge o Leopoldo Rother, desarrollaron buena parte de sus proyectos en el país, sin lograr mayor reconocimiento en otros lugares. Otros hitos arquitectónicos de la ciudad han sido obra de colombianos. No existe en el país una obra de un arquitecto foráneo de fama mundial. De ahí la trascendencia del anuncio que hizo la semana pasada la Universidad Nacional sobre la construcción del nuevo edificio de posgrados de Derecho y Economía a cargo del norteamericano Steven Holl.
Holl está hoy al nivel de Frank Gehry, creador del Guggenheim de Bilbao, y de recientes ganadores del codiciado Premio Pritzker, como el suizo Peter Zumthor y el portugués Eduardo Souto de Moura. Para Juan Carlos Mesa, arquitecto y columnista de la revista Arcadia, se trata, sin duda, "de uno de los nombres claves de la disciplina hoy en el mundo". Lo avala también la prestigiosa medalla Alvar Aalto, que recibió en 1998, la Gran Medalla de Oro de la Academia de Arquitectura Francesa y el haber sido escogido en 2001 por la revista Time como el mejor arquitecto de Estados Unidos, diez años después de que el MOMA, de Nueva York, organizara una muestra de sus diseños, que suelen ser en acuarela. Aunque ha diseñado centros residenciales muy aclamados, como el de Makuhari, Japón, su fuerte está en los museos y edificios para universidades, lo que tuvieron en cuenta las directivas de la Universidad para escogerlo.
Pero sobre todo, estaba el propósito de tener en la ciudad universitaria una obra de un arquitecto de talla mundial. "Optamos por Holl por la cualidad que tiene de que cada proyecto es único. No es una corporación como Norman Foster. Él mismo los diseña", explica Guillermo Restrepo, encargado del proyecto desde la Vicerrectoría de la Universidad.
Su obra tiene como denominador común la forma magistral como crea espacios a partir de un virtuoso manejo de la luz. A esto se suma el uso de formas cúbicas, del vidrio y el diseño de superficies sinuosas, con curvaturas como la que adquiere la madera al levantarse. También es conocido por tener siempre en cuenta en sus diseños las características físicas y climáticas del lugar. Tiende hacia el diseño verde y, para esto, suele incorporar paneles solares y mecanismos de reciclaje de aguas lluvias.
Este proyecto promete ser un hito en el campus. Su diseño llamará la atención en el conjunto de la Ciudad Blanca pero sin disonar, pues logra acoplarse a lo existente. En 5.500 metros cuadrados habrá espacios de estudio, aulas y un auditorio. Estará ubicado frente a la capilla y cerca al Museo de Arte. "Tendrá un enorme valor simbólico. El que sea pequeño y que no necesite de mucha tecnología permite que sus costos sean razonables, y por eso se decidió encargárselo a Holl", afirma Restrepo. Sobre el costo de contar con un arquitecto de tantos pergaminos, Restrepo asegura que "es un mito que estas figuras sean inalcanzables. Holl no es un arquitecto que trabaje fijándose solo en el dinero. Ellos se han mostrado siempre muy solidarios con la Universidad en términos de dinero, haciendo un esfuerzo para que este sea un proyecto económico factible".
Lograr que el edificio sobresaliera sin caer en la extravagancia fue uno de los retos más grandes en la fase de diseño. Por eso, Holl tuvo que estudiar antes el diseño original de la Ciudad Universitaria, obra del alemán Leopoldo Rother. "Una de las cosas más emocionantes fue trabajar dentro de lo que hizo Rother, un plan hermoso, basado en ejes clásicos y aros concéntricos", dice. El objetivo de Holl no se limita a que su obra no desentone; quiere ir más allá. Y añade: "Queremos con esta obra reconstruir uno de estos aros concéntricos que fue interrumpido. El edificio pretende mirar al plan de Rother, trata de incorporarse a él y revigorizarlo con una energía especial".
Es también un diseño que no desconoce y, por el contrario, se conecta con el entorno. "De verdad, quisimos sacar ventaja del clima de Bogotá, de tal forma que no se requiera ni calefacción ni aire acondicionado. Buscamos las sombras y organizamos los espacios para maximizar la ventilación natural", asegura Chris McVoy, socio de Holl. Él también reconoce que una de las cosas que más lo emocionan de trabajar acá son las ventajas que ofrece el clima bogotano. "Este nos permite que espacios exteriores e interiores se fusionen en el contexto de un campus tan verde, un pulmón de la ciudad. Queremos incorporar la naturaleza que rodea al edificio, redefinirlo y mejorar esta zona verde. Esto lo haremos desde un punto de vista psicológico, haciendo que sea un sitio agradable para estar y estudiar", añade McVoy. Holl lo complementa al asegurar que este diseño carece de una fachada de esas que en otros edificios "funcionan como máscara opaca".
Y es que, por suerte, algo tan crucial en la obra de Holl como la luz no falta en Bogotá. "Sabemos de la importancia de la sombra que produce el sol directo del trópico; queremos una sensación de sombra, pero no de oscuridad. El edificio está hecho de una serie de espacios que crean esa sensación por todas partes sin dejar de ser luminosos", explica McVoy.
El edificio, como los últimos suyos, tendrá energía solar, cubiertas verdes y reciclaje de aguas grises."Queremos que tenga cero huella de carbono, haremos lo posible por que cada uno de sus materiales sea sostenible. Siempre buscamos el grado más alto de eficiencia en el uso de energía solar", afirma Holl. Será construido en concreto reforzado con fibra de algún material diferente al acero que, se espera, pueda ser desarrollado en Colombia por la Facultad de Ingeniería de la Universidad.
Con este edificio, como ocurre con todas sus obras, Holl, que es también un dedicado maestro, abre un nuevo capítulo de investigación, el primero en América Latina. Y esto lo emociona: "El giro en esta década va a ser hacia Latinoamérica, por los recursos naturales y las posibilidades de hacer una arquitectura totalmente sostenible que use energía solar y que no necesite combustibles fósiles". Pero ante todo, lo estimula el que su primer proyecto en el continente sea para uso académico. "Yo mismo he sido profesor de Arquitectura durante 25 años en la Universidad de Columbia, y como arquitecto mi obra tiene que ver sobre todo con museos e infraestructura educativa. Buscamos lugares inspiradores para enseñar y aprender", concluye.
Este es el diseño inicial del edificio que Holl presentó el martes en Bogotá. Estará ubicado frente a la capilla y junto al Museo de Arte Moderno. Será visible desde la avenida NQS