Una pena que con la calidad de papel de Alfaguara no se puedan admirar bien las fotografías que Jean Mohr realizó al doctor Sassall y a sus pacientes mientras Berger tomaba notas para lo que acabaría siendo "Un hombre afortunado." Y es que, aunque el autor inglés sea el único que figura en la cubierta, el trabajo de ambos debería encontrarse al mismo nivel en los créditos.
Mohr y Berger decidieron desplazarse durante un verano de mediados de los 60 a un pequeño pueblo para acompañar unos meses al médico rural. Entre consultas y largas conversaciones, consiguieron condensar en pocas páginas un verdadero estudio antropológico, que no es más que la intención de llegar hasta lo más profundo de un personaje y captar, gráfica y narrativamente, cada uno de sus matices.
Quizás sobra el ombligo de Berger en algunos momentos y falta, como decía al principio, calidad de impresión. Pero como creación de un perfil, al que dan ganas de crearle una historia de tan definido como está, es una verdadera maravilla.