Revista Coaching

"Un hombre no puede actuar con acierto en un nivel de su vida si está ocupado actuando desacertadamente en otro. La vida es un todo indivisible."

Por Ignacionovo
Autor: Mahatma Ghandi. ¿Es posible ser un malvado en el turno de mañana y alguien solidario y compasivo al caer la tarde? Tan cierto que quizá, todos tengamos identificado en nuestro entorno, algún personaje con tan singular capacidad de desdoblamiento. Es un hecho que hay personas que muestran su mejor o su peor talante, dependiendo de dónde y con quién estén. Es decir, pueden, por ejemplo, mantener un comportamiento rayano en la crueldad en el transcurso de su jornada laboral, y una vez llegan a casa y colgado el 'traje de faena', ponerse el vestido solidario y colaborar con su esfuerzo, dinero o talento en diferentes causas humanitarias.
La vida, volviendo a Ghandi, es un todo indivisible y en ella no cabe la conducta parcelada; malo aquí, bueno allá.  Todo está relacionado y no es posible, lo siento por aquellos que lo crean, matar y salvar, herir y curar, golpear y acariciar... y todo al mismo tiempo. El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde, la novela escrita por Robert Louis Stevenson, retrata una psicopatología que corresponde al llamado'desdoblamiento de personalidad': trastorno disociativo relativamente raro, en el cual la integridad normal de la personalidad se rompe, y dos o más personalidades independientes aparecen. Se cree que este proceso es un mecanismo de supervivencia; la persona que lo padece se distancia de una situación o experiencia, porque es demasiado violenta, traumática o dolorosa para poder asimilarla. Cada 'nueva' identidad surgida por este trastorno, tendrá sus propias posturas, gestos, y maneras de hablar.
Independientemente de la patología, cuyas consecuencias imagino terribles para el paciente y cuyos efectos y tratamiento hay que abordar con absoluta seriedad, si que es cierto que hay mucha gente 'desdoblada'. Y no por el hecho de que estén enfermos, sino porque simplemente no tiene ningún recato a la hora de conducirse de un modo dual y cínico. Sólo, si acaso, estarían enfermos de una lastimosa falta de principios; la que caracteriza al que cree que aquello bueno que hacemos, borra, o al menos equilibra y limpia, la parte mala. Esto no funciona así, me temo.



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