Título Original: Safe Haven Director: Lasse Hallström Guión: Leslie Bohem Música: Deborah Lurie Fotografía: Terry Stacey Interpretes: Julianne Hough, Josh Duhamel, Cobie Smulders, David Lyons, Irene Ziegler Distribuidora: Tri Pictures Fecha de Estreno: 19/04/2013
Todos tenemos nuestros placeres culpables, y no voy a negar que una buena dosis de diabetes en envase romántico puede hacerme disfrutar a las mil maravillas. Sobre todo si además viene con el sello facilón y algo tontorrón de Nicholas Sparks, y he disfrutado mucho con películas como El Diario de Noa, La Última Canción o Todos los días de mi vida (Cierto que ésta no se basaba en una novela del escritor, pero es igual de "sparksiana" que todas sus adaptaciones). Pero aún yendo dispuesto a disfrutar con la melosa tontería que te van a contar, sabiendo bien que es lo que te vas a encontrar, hay películas con las que es imposible hacerlo, con las que no te puedes contener las carcajadas ante el esperpento al que estás asistiendo. Y esto es lo que me ha ocurrido viendo Un lugar donde refugiarse, la última de las películas basadas en una novela del autor. Y es que esta tontería romántica y tan tontamente predecible como todas las demás, viene además mezclada con un thriller que hiede a película de sobremesa del fin de semana, un despropósito que no hay por donde tomar.
La película nos presenta a Katie huyendo en autobús y dándose a la fuga de la policía. Las pistas que la película nos va dando es que ha podido cometer un crimen atroz. Escapando de su pasado, pronto llegará a un idílico pueblo de Carolina del Norte. Aunque la película tarde en mostrar sus cartas, el espectador no tardará demasiado en darse cuenta de que Katie no ha podido hacer nada malo, y si lo ha hecho ha sido para protegerse, porque es una persona buenísima y de gran corazón, a la que los niños se acercan y abrazan y regalan dibujos porque es la mejor persona que jamás han conocido. Hasta nada más llegar al pueblo encontrará trabajo sin problema, parece ser que la solución para la crisis debe estar en ser buenas personas. Por supuesto, Katie encontrará en ese idílico pueblo perdido de la mano de dios el amor, lo hará también con la otra persona más buena del pueblo, un pobre viudo, padrazo de dos hijos que desde que perdió a su mujer se siente completamente solo, y que realmente estaba esperando a que alguien como Katie llegase a su vida para que ésta fuera de nuevo totalmente completa. No lo tendrán fácil, ahí entrará juego de nuevo la niña pequeña para unirlos, para que se amen y formen una pareja perfecta de buenazos que estaban destinados a encontrarse y que además son muy guapos y lucen muy bien en pantalla, porque ya se sabe que en el cine romántico, no hay lugar para los feos.
La carrera de Lasse Hallström no pasa por su mejor momento, pero aún así, es él, el único que salva a la película de caer en el desastre absoluto. Solo basta con recordar la escena de sexo en la ducha de Cuando te encuentre para ver la caída que ha evitado. Aún así, los momentos bochornosos se repiten por doquier, desde el primer beso de los protagonistas (¿Dónde han quedado los grandes besos de película?), a cualquiera de las líneas de un guión de lo más vergonzoso o lo planos que son todos sus personajes, aunque hay que decir que los actores están a la altura de las consecuencias, porque no podían resultar más aburridos y con menos chispa que la sosa de Julianne Hough, a la que ya habíamos sufrido en Rock of Ages y Footlose, y el petardo de Josh Duhamel. Pero donde de verdad la película acaba de convertirse en completamente rocambolesca, es cuando se viste de thriller, un thriller tonto, en el que un completamente ido David Lyons, que parece al borde de perder los estribos y convertirse en Hulk a las mínimas de cambio, vive una completa obsesión y no parará hasta encontrar a su fugitiva. Un malo que resulta tan estúpido como toda la película.
Tan solo a los amantes de los telefilmes que nos suele ofrecer Antena 3 les convencerá Un lugar donde refugiarse. Una tontería enorme donde las cosas suceden sin explicación, dónde una mujer es capaz de escaparse en un suspiro, cortarse el pelo (sin disimular que lo realmente se está cortando son las extensiones), teñirse y subirse a un autobús, logrando dar esquinazo al tipo que tiene justo detrás. Donde para más colmo, el epílogo final juega con uno de los trucos más burdos y estúpidos que un servidor recuerda, y es que reto a quién me esté leyendo a que sea capaz de verla sin aguantar la risa durante esta conclusión. Ni por mucho que me empeñe en disfrutar con el algodón de azúcar, podré disfrutar de una película como ésta, y es que, una cosa es tener placeres culpables, otra muy distinta es dejarte escupir directamente en el cerebro y no salir cabreado.