Angela Merkel no sabe situar Berlín en el mapa y se desvía miles de kilómetros al este, situando la capital alemana en la Rusia profunda. Bochorno. Pero me apuesto mi Atlas ilustrado, de gran valor sentimental porque con él soñaba de niña mientras cruzaba fronteras entre sus páginas y sus fotografías, me lo apuesto -decía- a que a estas horas debe estar señalando de forma precisa con su bastoncillo de pan la ubicación exacta de Cáceres, al tiempo que se resquebraja el bote de mermelada bajo su mirada furiosa.
Revista Opinión
El municipio cacereño de Guijo de Galisteo y sus dos pedanías votaron ayer si destinar los 15.000 euros de presupuesto del ayuntamiento a los festejos de toros este verano o a crear empleo eventual. El resultado no pudo ser más sintomático de la alienación en que todavía viven muchos de los ciudadanos de este país. Todavía hay dos Españas: ganaron los festejos que cada verano llenan de sangre y polvo las calles de este pequeño pueblo y sus dos satélites. Finalmente, dado que en Guijo salió el empleo como preferencia, se destinarán 5.000 euros a este menester allí, mientras que sus dos pedanías se repartirán los 10.000 restantes para organizar los festejos taurinos. El resultado, es innegable, ha situado Cáceres en el mundo sin grandes inversiones publicitarias, ni campañas, sin grandes fastos ni astracanadas. Lo malo es que se ha situado en el peor de ellos, en el mundo de pandereta del que muchos no han encontrado todavía la salida, si es que la han buscado alguna vez. Entran ganas de huir al Berlín de Merkel, allá cerca de Siberia.