La espesa vegetación del parque de Arriaga casi tapa uno de los edificios de entrada al cementerio de La Almudena
Javier Rico
El madrileño cementerio de La Almudena es el más grande de la ciudad y uno de los mayores de Europa. Verlo en Google Maps impresiona, e intentar abarcar su perímetro in situ con la vista apabulla. En Aver Aves lo hemos rodeado por tramos, parque a parque, salvando los obstáculos en forma de carretera, y los resultados han sido satisfactorios desde todos los puntos de vista: cultural, social, ecológico y, por supuesto, desde el de la biodiversidad urbana. Y dentro de esta última están nuestras amigas las aves, con apariciones de nivel, como los papamoscas cerrojillos y los colirrojos reales del parque de Arriaga.
Al pie de la avenida de Daroca, con restos de actividad latente en torno al centro social de La Dragona, con el tráfico de una mañana de domingo asociado a las visitas al cementerio de La Almudena… Con todo esto, más el trasiego de perros por las praderas, colirrojos reales y papamoscas cerrojillos andaban a lo suyo entre la vegetación más baja del parque de Arriaga, en el barrio de Pueblo Nuevo de Ciudad Lineal. Rara vez fuera de esta época se podrá ver a estos viajeros por los parques madrileños. Ahora andan de paso, alimentándose a fondo de invertebrados para proseguir con garantías de éxito su migración hacia África.
En esta ocasión nos topamos de lleno con el cementerio de La Almudena a la hora de buscar parques y jardines en los que organizar rutas con escolares. Hasta ahora habíamos tocado tangencialmente, con la mirada, a este enorme campo santo, bien en visitas al parque de La Elipa, también en el distrito de Ciudad Lineal, o bien en recorridos por zonas verdes de Moratalaz: Marroquina y Cuña Verde de O’Donell. Esta vez dimos con telescopios y prismáticos frente a su imponente entrada principal.
Paseos entre la arboleda del parque de La Almudena
Justo en este rincón que precede al cementerio se levanta un pequeño parque donde las protagonistas principales son las cotorras y sus nidos comunales ubicados en algunos cedros. Hay que saltar al parque de Arriaga para conocer una mayor variedad botánica (pinos piñoneros, falsos plátanos, almendros, ginkgos, álamos, olmos…) y, con ello, mayor actividad de la avifauna. Los cantos y reclamos de agateadores, carboneros, herrerillos y mirlos son los primeros en dejarse notar, además de los mencionados colirrojos reales y papamoscas cerrojillos.
El pito real, un habitual de las praderas de las zonas verdes que unen los parques de Arriaga y La Almudena
Sin salir del mismo barrio (Pueblo Nuevo), los límites del parque de Arriaga se solapan prácticamente con los de La Almudena. Antes, parterres antiguos y jardines de nuevo cuño operan de transición salpicados de olivos, el invasor ailanto y varios olmos fatalmente atacados por la galeruca, el escarabajo que deja las hojas mortecinas, casi transparentes. No obstante, se nota el paso de parque a parque, ya que salimos de uno más moderno, con un diseño plenamente urbano (praderas, pistas de deportes, trazado irregular…) a uno más artístico, de geometría simétrica y rectilíneos paseos con vegetación casi en bóveda.
Los álamos, prunos y acacias hacia arriba y los setos de aligustres a pie de ruta adornan un recoleto parque, el de La Almudena, que tiene en su prolongación los restos de otro antiguo cementerio y praderas que circundan las urbanizaciones vecinas. No hay que desechar ningún rincón: ni las arboledas cerradas donde se acurrucan las palomas torcaces ni esas praderas abiertas donde el pito real y los gorriones molineros picotean incansables entre la hierba en busca de alimento.
“Pandilla” de gorriones molineros dándose un festín en las mismas praderas que visita el pito real
Toda esta combinación de vegetación y aves, adornada de cultura e historia en forma de cementerio, convierte cualquiera de los rincones descritos en aptos para mostrar a los escolares de los institutos Miguel Delibes y Barrio de Bilbao y de los colegios Gandhi, Gustavo Adolfo Bécquer, María Reina y San José la biodiversidad que tienen a sus puertas. Además, si os dais prisa aún nos espera algún colirrojo real.
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