Revista Cultura y Ocio
Gwenda, Caris, Merthin y Ralph son unos niños que el primer día de noviembre de 1327 escapan de la catedral de Kingsbridge para jugar en el bosque que se encuentra próximo a su ciudadela. En el bosque serán testigos de una pelea entre un caballero y dos soldados. Los soldados mueren y el caballero entierra un documento antes de ser aceptado en el monasterio de Kingsbridge para convertirse en monje durante el resto de su vida, aunque poco después sospechan que tiene que ver con la reina Isabel. Al convertirse en adultos sus vidas y vivencias se entrelazarán por la ambición, el amor, la amistad, el odio y la venganza.
Las guerras y las hambrunas pasaran por sus vidas como también los años de peste, pasando por momentos de prosperidad. Caris es la hija de un mercader de lana que de pequeña quería ser doctora pero en la Edad Media estaba prohibido por lo que tratará de conseguirlo por otros medios. Merthin comienza como aprendiz de carpintero con un enorme talento, poco a poco, se convierte en el mejor de Kingsbridge. Ninguno de ellos acepta las restricciones y limitaciones de su época que merman sus proyectos soñados. Ralph desea ser caballero del rey e incluso sueña con pertenecer a la nobleza pues desde pequeño se siente atraído por Lady Philippa y no durará en usar cualquier medio para conseguir su fin, Gwenda en cambio quiere ser feliz y tener un marido que la ame y lo consigue pero descubrirá, por otro lado, lo cruel e inhumano que llegará a ser Ralph a lo largo de su vida.
Los pilares de la Tierra narra los acontecimientos de la ciudad inglesa de Kingsbridge entre 1135 y 1174. Con Un mundo sin fin regresamos a Kingsbridge, pero 153 años después.
Recomendado para todos aquellos adictos a los libros de Ken Follet, este no les defraudará aunque sea un poco de lo mismo que su predecesor, también para aquellos que quieran saber más sobre las formas de vida de la época en la que se mueven sus protagonista, aquí tendrán un retrato realista de lo que pudo ser. Y por último para aquellos que quieran y tengan curiosidad por lo que sucedió siglos después de Los pilares de la tierra.
Extractos:
Su esposa, Madge, estaba de pie frente al fuego de la cocina, en la parte de atrás de la casa de una sola estancia, con un bebé en brazos y un niño tímido pegado a su falda. Madge era dos palmos más baja que su marido, pero de constitución robusta. Tenía un busto generoso y un voluminoso trasero, y a Caris le recordaba una paloma regordeta. La prominente mandíbula le confería un aire agresivo que no resultaba del todo desacertado con respeto a su carácter, y a pesar de ser beligerante, tenía un gran corazón y a Cars le caía bien. Ofreció a su visitante un vaso de sidra, que Caris rehusó, a sabiendas de que la familia no podía permitirse semejante lujo.
Merthin estaba sentado en el tejado de la iglesia de St. Mark, en el extremo norte de Kingsbridge, desde donde divisaba toda la ciudad. Hacia el sudeste, un meandro del río acunaba al priorato en la sangría del codo. Una cuarta parte de la ciudad la ocupaban las edificaciones del monasterio y los terrenos que lo circundaban, como el camposanto, el mercado y los huertos. La catedral se alzaba de sus cimientos como un roble en un campo de ortigas. Desde aquella posición veía a varios subalternos del priorato recogiendo hortalizas en el huerto, limpiando las cuadras y descargando barriles en un carro.