Ayer pude salir de casa y andar un poco por un tramo del Camino de Santiago muy conocido: De Villadangos hasta Hospital de Órbigo.
Era el último día antes de que entraran en vigor nuevas medidas restrictivas, especialmente para el ramo de la hostelería. Los pueblos se mueren.
Encontré varios albergues abiertos, y todos los bares de los tres pueblos. Incertidumbre sobre lo que puede ocurrir de aquí a quince días, ¿servirá de algo tanta restricción despótica?
Las autoridades no confían en el pueblo que les votó y paga sus elevados emolumentos, dicen seguir "agendas de expertos". Nos dicen que hemos de confiar en "la ciencia", no en nuestra conciencia.
No nos representan, y no hacen más que dar palos de ciego echando más leña al fuego.
Algún amigo del Camino de Santiago plantó unos manzanos a la vera del camino, ya cerca de Puente de Órbigo. Me deleité comiendo unas cuantas, muy de agradecer pues son dulces.
El año próximo el Camino de Santiago va a seguir donde estaba, de nosotros dependerá quienes y cómo se podrá recorrer. Basta ya de dejar las cosas queridas en manos de autoridades ineptas. Este Camino es una muestra palpable de cómo en menos de veinte años han destrozado algo que era único en el mundo y realmente bello.
Daniel Paniagua Díez