Revista Economía

Un nuevo tipo de guerra.

Publicado el 21 noviembre 2015 por Jordi Mulé @jordimule

Los conflictos existen desde los albores de la Humanidad, nuestros ancestros cazadores-recolectores del Paleolítico defendían con saña su zona de caza contra los intrusos que quisieran acceder a ella, defendían sus sus recursos. Después, coincidiendo con el desarrollo de la agricultura en el Neolítico, una mala cosecha en una zona y el hambre consecuente podía provocar el intento de invasión de la zona del vecino, si ésta era más próspera. Con el tiempo, el " arte " de la guerra se fue perfeccionando en la misma medida que las sociedades evolucionaban y se hacían más complejas y con ello, a su vez, los conflictos se fueron haciendo cada vez más complejos en su forma; aparecieron la diplomacia, los ejércitos, las cortes de los reyes y toda una serie de instituciones que han perdurado hasta hoy. Todo aparentemente era más complejo, más complicado,también los conflictos, pero en el fondo todo seguía igual, se ambicionaba conseguir lo que no se tiene quitándoselo al vecino, por la fuerza si es necesario. Hay que reconocer que ello no es del todo así, es cierto, pues también existe el componente político o ideológico que subyace en cualquier sociedad y en todo conflicto humano. Aún así, no nos desengañemos, una bonanza económica no llevará casi nunca a una guerra, pues casi nadie arriesgará su estabilidad profesional, económica o social ante una empresa arriesgada y de destino incierto.

Cuando estallaba una guerra, hasta hace bien poco, los ejércitos se ponían en marcha, invadían el territorio que se ambicionaba y, muchas veces, se enfrentaban en sangrientas batallas con el ejército del enemigo; del resultado de las sucesivas batallas que hubiera habido se sabía el resultado de la guerra en cuestión. De hecho, en un mundo en el que las distancias eran mucho más largas que hoy en día, en el que un hombre a caballo podía recorrer, a lo sumo, unos treinta kilómetros diarios, las noticias tardaban días, semanas o meses en llegar a su destino. Podían morir miles de personas en una guerra, en una batalla, pero las poblaciones interesadas en su resultados seguían igual hasta que llegaban los mensajeros con las noticias. El ritmo de la vida en épocas anteriores era muy diferente al ritmo actual.

El desarrollo social y tecnológico habido a partir de la Revolución Industrial también tuvo sus efectos en el desarrollo de las sociedades humanas, en su devenir y, por ende, en cómo se resolverían los conflictos humanos a partir de entonces. El efecto en el devenir histórico del desarrollo tecnológico fue claramente una aceleración de la Historia misma, crisis económicas que duraban antes un siglo entero, resulta que ahora se desarrollarían en décadas o en años, distancias de viajes que se hacían cada vez más cortas y, también, novedades y noticias que viajaban cada vez más deprisa y que tenían también su influencia más rapida en la sociedad y en su Opinión Pública. No obstante, hasta hace bien poco, la guerras seguían sucediendo igual que de costumbre, es decir, ejércitos que se enfrentaban en batallas de cuyo resultado se deducía el resultado de las mismas. Ahora bien, llegó el siglo XX con el gran salto tecnológico, la mejora en las vías de comunicación y la invención del automóvil y la Historia se aceleró aún más. La resolución de los conflictos se hizo más rápida, pero también más cruenta, aunque las guerras continuaran siendo parecidas a las de antes, ejércitos enfrentados, estrategias, batallas y destrucción, la tecnología también llevó la guerra a cualquier parte, no sólo al campo de batalla. El más dramático ejemplo, los millones de muertos de la Segunda Guerra Mundial habidos en sólo seis años, muchos de ellos en bombardeos aéreos.

En el siglo XXI llegaron las Nuevas Tecnologías, Internet y las Redes Sociales, y ello ha creado también un nuevo modo de ver la guerra; si la Segunda Guerra Mundial llevó la violencia del frente de guerra a cualquier rincón, en la época actual el abaratamiento de los costes de los equipos capaces de conectarse a Internet, sumado a la mejora en las Telecomunicaciones y en la velocidad de las mismas lleva a que cualquier persona, en casi cualquier parte del mundo, pueda tener una ventana abierta, rápida y barata, al mundo entero, pero ello también le da la capacidad de influir en otras personas a distancia, de propagar ideas radicales o transmitir información sobre ciertas ideologías de manera casi instantánea y casi gratuita.

En los últimos tiempos podemos observar cómo se está librando una nueva guerra global, quizá la que se podría llamar con el tiempo como la Tercera Guerra Mundial, pero esta vez, en lugar de ser una guerra de tipo "tradicional", con ejércitos enfrentándose, es una guerra de baja intensidad, un derivado de una guerra de guerrillas, en la que ninguna parte del mundo está a salvo, y en la que las acciones terroristas tienen un revuelo mediático fuera de lugar. Basta ver el gran seguimiento informativo que ha habido después de cualquier atentado de los habidos desde el infausto 11-S, por ejemplo, en los tristes atentados sucedidos en la capital francesa, con ciento y pico víctimas; seguro que todos recordaremos que, durante varios días, el seguimiento informativo de este suceso fue exclusivo en todos los telediarios y que ocupaba gran parte de los contenidos de los periódicos. Ahora, comparémoslo con el seguimiento informativo en un periódico escrito de ámbito nacional de los años cuarenta, en concreto, a mediados de enero de 1943, mientras se desarrollaba la Batalla de Stalingrado, una de las más sangrientas de la Segunda Guerra Mundial y en la que murieron cientos de miles de personas:

La vanguardia 15-1-1943

Como se podrá ver, la diferencia es importante, la noticia se explica en la página tres, en el apartado de "noticias del extranjero" y, ni por asomo, da una idea de la tragedia que, en ese momento, vivían los combatientes, carne de cañón en el frío invierno ruso ( recordemos que en Stalingrado perecieron varios cientos de miles de personas). En los años cuarenta las noticias no se transmitían de la misma manera que actualmente, como mucho, eran dictadas por teléfono, cuando era posible, por los corresponsales habidos en el lugar de la noticia y, de este modo, su influencia en la Opinión Pública no era la misma que actualmente. Hoy en día, en la guerra actual, las noticias vuelan, ya que cualquiera puede colgar en su red social imágenes o vídeos de un suceso cualquiera, y ello le da un poder propagandístico inimaginable pocos años antes. Tan grande es su poder que, si bien el número de bajas en esta guerra actual es muy inferior al de las guerras anteriores, el impacto mediático es infinitamente superior; tanto lo es, que hasta los terroristas lo saben y usan la Red para transmitir sus propagandas y su manera de ver la vida, y para reclutar y adoctrinar a sus fieles en cualquier parte del mundo, aprovechando el gran revuelo mediático de sus tristes actos como medio de propaganda. Hace sesenta años morían miles de personas en una cruel batalla y, como mucho, los diarios hacían alguna mención; hoy en día, mueren ciento y pico personas en una ciudad occidental y ello provoca un revuelo sin precedentes. Recuerdo el gran Albert Einstein, que dijo aquella cita tan famosa:

"No se cómo será la tercera guerra mundial, sólo se que la cuarta será con piedras y lanzas" Albert Einstein (1879-1955).

Lo que el genial científico no podía prever en los años cincuenta fue que la Tercer guerra Mundial se iba a librar en el ámbito de la transmisión de la información, en una guerra de baja intensidad, pero con el máximo efecto mediático posible, buscando transmitir el terror en estado puro a cualquier persona y en cualquier lugar. Seguramente, él pensaba en una Tercera Guerra Mundial de tipo nuclear, el gran temor de los años cincuenta, más que en una guerra global de baja intensidad, ya que no conoció el auge de las Nuevas tecnologías. En lo que estoy seguro que no se equivocaba es en la afirmación de la segunda parte de su cita, aunque quizá no la debamos entender por el literal, puede ser que la Humanidad, tal y como la conocemos hoy en día, no se autodestruya mediante una guerra nuclear, pero de lo que sí estoy seguro es que, en el fondo y en gran parte, continuamos siendo como nuestros antepasados, usamos sofisticadas piedras y lanzas para hacer daño a nuestro prójimo, y ello es lo que es dramáticamente triste.

"Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros". (San Juan 13:34, Biblia R-V)


Volver a la Portada de Logo Paperblog