Un padre agresor es aquel que refleja sus temores y debilidades por medio de la ira y de la agresión física y verbal. La agresión es un escudo que se pone en frente de los demás, para demostrar que no soy débil, y que aparentemente tengo autoridad. Autoridad nunca será sinónimo de gritos y golpes. La Autoridad siempre va de la mano del amor y de la integridad en la persona. Integridad es ser uno solo, una sola pieza; en otras palabras un SI es un SI y un NO es un NO.
La agresión es producto de la misma agresión y esta genera consecuencias muy graves en nuestras vidas y en las vidas de las personas que nos rodean. Dios en su Palabra establece lo siguiente: “No devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.” 1 de Pedro 3:9. Por esta razón, el Señor no está de acuerdo con la paternidad agresora. Él no la creó.
Tal vez mientras lees esta Palabra, recuerdas algún momento en tu vida donde papá entró a la casa y agredió a todos los que estaban ahí, incluyendo a tu madre; pero es bueno que sepas que lo que viste no es correcto. Y aunque no lo hagas a propósito, compares a Dios con tu papá. Dios no actúa de la misma manera. Dios no te agrede si fallas o pecas. Dios no saca su vara para darte por tu espalda, si no haces lo que Él te manda a hacer. Aunque la Biblia dice que Él corrige a los que Ama y los disciplina, no los agrede porque la agresión es productos de la ira, mientras que la corrección es producto del Amor.
No compares a un padre agresor con Dios, porque son dos cosas muy diferentes. Un padre agresor es producto de años de agresión, mientras que Dios realmente se interesa por tu formación…