Revista Ciencia

Un pequeño homenaje a Mendel

Publicado el 20 julio 2011 por F.guiral - S.pérez

Sara Pérez Jerónimo

Periodista

Un pequeño homenaje a MendelTal día como hoy, hace ya 189 años, nacía Gregor Johan Mendel (1822-1884), un monje agustino y naturalista que se dejó llevar por la inquietud del conocimiento y que acabó siendo en silencio un científico de primera categoría que revolucionaría el mundo de la ciencia con unos simples guisantes.

Es curioso como a veces el mundo del arte y de la propia ciencia toman un cariz similar. Como la mayoría de los artistas más reconocidos, Mendel jamás llegaría a conocer la importancia y trascendencia que cobraría su trabajo años después de su muerte.

Sin embargo, no hay libro de biología que no dedique mínimo un capítulo a explicar las leyes medelianas, un hito clave en la ciencia y en la evolución de la biología, que bautizó universalmente a Mendel como el alma pater de la genética moderna.

Las distintas Leyes de Mendel

Mendel inició sus experimentos eligiendo dos clases distintas de guisantes. De este modo, decidió cruzar las semillas de un tipo de grano verde y otro de color amarillo. ¿El resultado? Tres leyes básicas y el título post-mortem de ser el primero en determinar con total precisión una teoría basada en las reglas de la transmisión hereditaria.

Aunque las Leyes de Mendel son tres y cada una sigue un orden determinado, desde Cultura Biotec nos hemos permitido el pequeño lujo de explicarlas en nuestro propio orden, ya que pensamos que de este modo se pueden comprender mejor.

2ª  Ley de Mendel: Ley de la segregación

“Los híbridos poseen uno u otro de los dos caracteres diferenciales, mientras que la otra mitad produce plantas que permanecen constantes y reciben el carácter dominante o el recesivo en igual número” – Gregor Mendel

Mendel fue capaz de determinar que cada progenitor tenía dos “unidades” de cada gen y que sólo aportaba a sus descendientes una “unidad” de ese par. Estas “unidades” fueron posteriormente renombradas como genes.

Un pequeño homenaje a MendelCada individuo tiene un total de 46 cromosomas agrupados en 23 pares, un miembro del par (alelo) es heredado del padre y el otro de la madre, determinando todo lo que somos.

Pese a lo que mucha gente cree, no todos los genes son recesivos o dominantes sino que muchas veces la acción de ambos va conjunta. La combinación de cromosomas puede ser homocigótica, en la que ambos alelos son iguales bien manifestando una característica dominante (AA) o bien siendo los dos recesivos (aa); o heterocigótica, que mezcla una característica dominante y una recesiva (Aa / aA).

1ª Ley de Mendel: Ley de la uniformidad

Un pequeño homenaje a MendelEsta ley determina que si nuestros padres son dos individuos de raza pura para una determinada característica, la primera generación de sus descendientes tendrá las mismas características.

 Dicho de otro modo, la combinación para todos sus descendientes será la misma. Dos ejemplos: AA+aa=Aa ó AA+AA=AA.

3ª Ley de Mendel: Ley de la segregación independiente

 “La descendencia de los híbridos en la que se combinan varios caracteres esenciales diferentes presenta una serie de combinaciones como resultado de las series de desarrollo de cada pareja de caracteres diferenciales” Gregor Mendel

Un pequeño homenaje a MendelEsta ley hace referencia a los cruces polihíbridos, en los cuales se tienen en cuenta varios caracteres. De este modo, Mendel llegó a la conclusión que los genes son heredados de forma independiente entre sí, por lo que se combinan de forma totalmente aleatoria al pasar a la descendencia. Para probar esto, Mendel cruzó plantas con dos características totalmente distintas: guisantes de distinto color (verdes o amarillos) y superficie (lisa o arrugada).

Así, comprobó que pese a que la primera generación de guisantes cumplía la primera ley, en la segunda generación aparecían todo tipo de combinaciones de caracteres.

Las Leyes de Mendel fueron publicadas entre 1865 y 1866. Sin embargo, fueron ignoradas hasta casi treinta años después. Gregor Johann Mendel fallecía el 6 de enero de 1884 sin conocer la importancia y alcanzar el reconocimiento que merecía por sus hallazgos.

Sin embargo, si hay algo de lo que estoy segura, es que si en estos momentos levantase la cabeza estaría orgulloso de ver hasta qué punto, sus peripecias con unos pequeños guisantes serían trascendentes para el desarrollo de la ciencia, la genética y de la evolución humana.


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