Hace años que viene repitiéndose el mantra de que "cada vez nieva menos", y aunque es cierto, apenas nieva cinco días seguidos en los altos, ya todo el mundo se olvida de que eso es lo normal en invierno: frío y nieve, viento y hielo. En Somiedo aún queda algo de normalidad invernal y eso se traduce en algo más de dureza para el trabajo de sus habitantes, algunos días sin escuela para los niños y unas estampas hermosas. Hermosas de verdad.
Para la fauna, nada nuevo. A pesar de la enorme cantidad de bienintencionados que desean dar de comer a los pobres ciervos, rebecos y demás animalillos.
Los rebecos, por suerte, no nos necesitan para sobrevivir en la montaña de Somiedo.
Los ciervos, han bajado a los valles, y los jabalíes, también.
Así que sobreviven. Si les toca sobrevivir.
Los demás hibernan, o emigran.
O luchan y se buscan el pan y la sal entre la nieve.
Pronto llegará la primavera y demasiado pronto los cálidos, cada vez más cálidos y secos, veranos que se extienden hasta noviembre.
Recién nevado en Coto de Buenamadre
Azud de Hidroeléctrica a la entrada de Valle de Lago. Unos pocos azulones se amontonan en la cola del banzao
Invierno en las brañas
Camino al lago. Esta vez quedamos a la entrada de la pradera. Habíamos salido tarde y abrir huella se hacía duro en nieve polvo. Incluso con raquetas cada paso te hundes veinte o treinta centímetros.
Valle de Lago. Últimas luces del día. Al fondo los Albos
Rebecos. Tranquilos. Sin estrés invernal aparente.
Y la sorpresa del día. Un hermoso gato montés de caza.