Revista En Femenino

Un poco de locura por favor

Por Ana María Ros Domínguez @anaroski

locuras

Cuando alguien actúa de una forma poco convencional, las críticas llueven por todas partes, y se empieza a oír eso de Fulanito, Menganita, están locos. Con mucha facilidad utilizamos este calificativo con la gente que demuestra salir de la masa aborregada, no voy a negar que haya actos o comportamientos que nos resulten extraños y no sean adecuados, pero a veces hay locuras que se hacen por otros motivos: altruismo, amor, solidaridad, proactividad, generosidad,etc.

Ser sensibles a los problemas de los demás, ofrecer tu mano a quien lo necesita, no es estar loco, es ser valiente, y generoso. Y sinceramente, ojalá hubiera muchos locos y locas así por el mundo, dispuestos a dar un poquito de ellos mismos por hacer esta sociedad un poquito mejor.

Pero por desgracia, los acomodados, las mentes mediocres, los egoístas, los cobardes, siempre intentan empañar las acciones que algunas personas hacen con el corazón, porque esos sentimientos puros y sinceros son la mayor arma para recordarles a esa gentuza que ellos no tuvieron las narices suficientes de hacer algo cuando pudieron. Y es que de Pilatos, está el mundo lleno, gente que día a día se lavan las manos, y que piensan total conmigo no va esta historia, y que se creen que por cumplir las normas, ya son excelentes y magníficas personas.

A esos les recuerdo la lectura del Joven Rico, el cumplía las normas, pero su egoísmo le impidió seguir a Jesús. Desde pequeña, mi madre me enseñó a no ser egoísta, a compartir, y a ofrecer mis dones en beneficio de los demás. Siempre me lo decía, hija si tienes un don no solo es para ti, si puedes ayudar ayuda, así que entre mi madre y los videos sensibilizadores de las monjas misioneras que nos daban charlas al venir de África en la Compañía de María, forjé mi conciencia social, que no digo que sea la mejor, ni la peor tampoco, pero si que es una conciencia social sensible a los problemas de los demás.

Que estoy loca, pues puede que sea cierto, que muchos pueden pensar que hago cosas que no son muy normales, pues también, pero lo que siento ahora, eso es indescriptible, esa sensación de paz conmigo misma, esa satisfacción al irme a dormir con una sonrisa en mi cara, y dando gracias a Dios por permitirme construir cosas, por haberme dado la responsabilidad de ser madre de una familia numerosa, eso no tiene precio.

Hay que estar loca para meterte en el lío de sacrificar tu feminidad, tu lado vanidoso, y darte a los demás relegándote en último lugar, para ir a la peluquería cuando las canas ya se han apoderado de tu cabeza, y no las puedes disimular cambiándote de lado la raya del pelo, o repetir varias veces en la semana modelito porque este mes tocaron zapatos para todos a la vez, y el que viene tocará seguro otra cosa.

No es más feliz quien más tiene, sino quien menos necesita. Eso me dicen, y yo digo que es más feliz quien ama y se siente amado, a pesar de las dificultades, de esos momentos tensos, de esas situaciones en las que tienes la sensación que se te desborda tu casa, tu familia y tu vida, en las que hacen aguas hasta las cortinas, y es entonces, cuando no puedes más, cuando llega un abrazo, y otro, y otro, y vez como sus caras te están reconociendo tu esfuerzo y cariño hacia ellos, y llega la humildad y los buenos propósitos, y poco a poco y casi sin esperarlo, llega el día que ese objetivo por fin se consigue, y de nuevo vuelta a empezar.

Creo que ser madre es muchas veces como ser Míster en un Derbi de Fútbol, te la juegas todas, y encima están esas otras personas que piensan que lo pueden hacer mejor que tu misma, y empiezan con sus cantinelas. Es que hija, hay que ver en que fregados te metes, como no tienes bastante….

Y siempre les contesto lo mismo, desde pequeña siempre me gustó saltar en los charcos.


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