El Museo de Cera de Madrid retiró ayer la figura de Jaime de Marichalar, ex marido de la infanta Elena, una vez inscrita la sentencia de divorcio en el Registro Civil de la Casa Real. Durante varios años el Marichalar de cera se mantuvo junto a la Familia Real, pero cuando los Duques anunciaron su separación, la escultura fue colocada detrás de un burdalero en el Salón del Ruedo observando una corrida de toros, donde permaneció hasta ayer, cuando fue retirado por el personal del museo. Dos operarios utilizaron una carretilla para trasladar la figura, que será guardada en un almacén del museo. Lo sorprendente es que este traslado --que en mi opinión debería hacerse con total discreción y respeto hacia el ya ex Duque de Lugo-- se realizó ante la presencia de fotoperiodistas y cámaras de televisión confirmando que vivimos en un país de pandereta (de plástico, ojo) en el que, cada vez más, la información se inclina por el puro espectáculo. En lugar de optar por la discreción, alguien tuvo la ocurrencia de avisar a los medios para que quedase constancia de tan importante noticia. Como periodista sentí cierta vergüenza ajena al ver esas imágenes en el telediario, que supongo que habrán dado la vuelta al mundo. No es cuestión de ser monárquico o no, es aplicar algo que escasea mucho últimamente: un poquito de tacto. No cuesta nada.
Foto: Juan M. Espinosa Efe