Acompañando a José Vázquez estuve recorriendo un tramo del Camino de Santiago Francés que ha sufrido variaciones debido a la concentración parcelaria, concretamente desde Villares de Órbigo hasta cerca del crucero de Santo Toribio camino de Astorga. Con unas fotos intentaré que os hagáis una idea.
A la salida de Villares de Órbigo hay una fuente con un merendero, este es un rincón al que le tengo especial cariño. Detrás de la fuente están creciendo unos negrillos que yo planté.
En noviembre de 2015 estuve sembrando arbolitos en este pequeño tramo.
Fue para mí especialmente satisfactorio observar que algunos echaron raíz y están creciendo, especialmente los negrillos, a pesar de ser un año tan seco van tirando para arriba.
Pero apenas unos metros más allá han desviado del camino entre arbolitos hacia una pista forestal de zahorra de seis metros de anchura más las canalizaciones laterales y las viejas señales ya no sirven. La gente pone piedras en el suelo, la verdad es que no hay pérdida posible en este tramo hasta Santibáñez de Valdeiglesias.
Apenas salir de Santibánez y ya comenzamos con más de lo mismo: ausencia de señales. ¿Por qué camino hay que ir? Los que lo conocemos tiramos por el de la derecha.
Un poco más arriba está el monigote con mesa y silla donde poder sentarse a la sombra, esto sí ha sido respetado. Continuamos caminando.
Al bajar la siguiente cuesta la misma canción: ¿por qué camino tiramos? Una piedra tirada en el suelo nos indica la dirección.
Un poco más allá pasamos por el encantador lugar del Pozo de la sal o de las sanguijuelas pues a este rincón acudían los de los pueblos para recoger sanguijuelas para sus sangrías.
Los próximos kilómetros transcurren del mismo modo y manera por la pista de zahorra, viejas señales tiradas en el suelo, piedras pintadas de amarillo que mi amigo José Vázquez ha cargado en su coche y llevado hasta los cruces de camino para que los peregrinos no se pierdan. Me hizo recordar la primera vez que pasé por aquí en el año 1999 y que tampoco había mejor señalización.
Después paramos un rato a la sombra en el lugar de la Parada de los Arrieros, aún se pueden ver los muros de adobe del recinto donde se reunían los arrieros y guardaban las mulas durante las frías noches leonesas. Real Camino de Santiago Francés, por aquí pasaba, que nadie conoce mejor los caminos que los carreteros. Aquí estaba el pueblo de Estébanez de Valdeiglesias antes de que ardiera en un incendio que no dejó una casa en pie, un poco más arriba, hasta el crucero estaban los monasterios, llegó a haber nueve al borde del Camino de Santiago.
Continuamos un tramo más pero ya no hay problemas hasta el crucero así que decidimos bajar a comer a Santibáñez. Este es el asunto, la falta de señalización en un camino que han construído, muy moderno, adaptado a todo tipo de humanos con carencias y sus animales o mascotas. Me parece desangelado y carente del encanto que yo conocí pero supongo que se puede arreglar con un poco de buena voluntad.
Por el camino nos encontramos con personas tan interesantes como Ferdinand Soler, autor de una estupenda guía del Camino en francés. Estaba refrescando sus datos y de paso ambientado su cuaderno de notas para su próxima novela: El diablo en el Camino de Santiago. No sé si finalmente dará con él pero nos pasó una chavala rusa que...bueno, bueno, entre escritores no nos pisamos la cola, supongo.
https://www.amazon.fr/Guide-pratique-chemin-Saint-Jacques-Compostelle/dp/1024200418
En fin, a ver qué opinan ustedes y qué se puede hacer en este tramo de Camino de Santiago.
Daniel Paniagua Díez