Esta Navidad ha sido pródiga en bellos anuncios navideños. Algunos se han comentado en este blog, como la bella historia de amistad entre un iman y un sacerdote que nos contó Amazon, o como la tierna historia de Carmina, que cree haber ganado el Gordo por un error que nadie se atreve a desmentir. Sus paisanos -nos lo contó Lotería de Navidad- crearon un improvisado y solidario simulacro para evitarle esa gran desilusión.
Otros spots se han hecho famosos en las redes, como un anuncio polaco en el que el protagonista pide como regalo un curso de inglés (delicada ironía ante tantos regalos llamativos e inútiles) y se pasa horas y horas estudiando la lengua. Durante días escucha casetes, repite en voz alta los conceptos que va memorizando y llena su casa de post-it para recordar esas palabras que aprende.
Al final descubrimos el porqué de tanto esfuerzo: viaja a un país de habla inglesa para pasar las fiestas con su hijo y la mujer de éste, y cuando llega a destino, le espera ansiosa su nieta, a la que ve por primera vez. ¿Qué mejor regalo que poder decirle en su idioma: "Hola, soy tu abuelo y te quiero mucho"?
También resultó muy comentado este anuncio de Milka, ambientado en los Alpes suizos, cuyo protagonista es un niño al que se le hace eterna la espera para recibir los regalos el día de Nochebuena. De repente, se le ocurre una brillante idea: construir una máquina del tiempo que le lleva a la noche del día 24. Ante el ferviente anhelo del pequeño, toda la familia se confabulará para crear la ilusión del salto temporal. Un maravilloso ejemplo de cariño, solidaridad y amor familiar que podéis ver aquí.
Pero, de todos, yo me quedo con este anuncio de Volkswagen, que nos hace olvidar lo más efímero de estas fiestas (las prisas, el consumo, las compras de última hora) y nos descubre la realidad: la Navidad es la época más hermosa del año, la más entrañable y familiar. Estar con los nuestros es, sin duda, el mejor regalo navideño. Ideado por la agencia OgilvyOne, el spot narra la historia de una pequeña que está triste el día de Nochebuena. De repente, se le ilumina el rostro. Pinta motitas rojas en la cara de su hermanito para que todos piensen que está enfermo y le lleven al hospital. Una vez allí, aparece inesperadamente su madre, que es médico de profesión y está de guardia esa noche... El desenlace no puede ser más conmovedor.
Espero que hayáis pasado unas felices fiestas de Navidad. Y os deseo, para el nuevo año, la realización de todos vuestros sueños. ¡Feliz 2017!