Revista Opinión
Estoy harto de oír a trabajadores que justifican su no asistencia a la huelga por su necesidad del día de salario que pierden, otros que llevaron a los niños al colegio porque ¡claro! dónde lo iba a dejar, y sobre todo a aquellos que lo justifican en la nueva bestia que la derecha se ha encargado de alimentar: los sindicatos. Claro que los sindicatos se han burocratizado, y no digamos nada de los partidos políticos, de nuestros partidos políticos de izquierda, hasta muchas ONGs se han "apalancao" en la estabilidad de un desempeño más laboral que político o sindical. Pero ese no es el principal problema que tenemos los que nos consideramos clase obrera aunque el pico y la pala sea ahora una caja de un supermercado o el ordenador al que nos plantamos más de diez horas trabajando. Solo hay dos orillas en un río y en la lucha de clases solo hay dos posiciones: los que queremos un Mundo donde no existan diferencias sociales, e igualdad de oportunidades para nuestros hijos; y los otros, los que quieren mantener el chiringuito con sus privilegios, motivados por la herencia de una situación anterior, por una clase que controla los medios de producción, los medios de comunicación (ver foto de arriba) o que llega a atemorizar con la violencia a los que luchamos desde la otra orilla. La mayor violencia la ejercen los empresarios que se aprovechan de la reforma laboral para cambiar a un trabajador de cuarenta años con más de veinte de trabajo por un chico con contrato en prácticas que además acata todo lo que le diga su nuevo patrón. La violencia es la que se ejerce contra los alumnos que sus padres no le pueden pagar la matrícula de la Universidad porque suspendieron y ya se le encarece tanto que abandonan, mientras que su compañero, el que viene en coche propio, sigue pagando porque puede y más tarde o temprano sacará sus estudios. No hay paz social, ni habrá, mientras haya desigualdad. Estamos en una situación clave, el principal partido de la oposición, el PSOE, tiene que cambiar, dejar claro que está en esta orilla, que se ha equivocado con políticas anteriores y que entre todos tenemos que conformar cuanto antes una alternativa, un frente popular o como se llame, no para llegar solo al poder e intercambiar caritas, sino para cambiar el sistema económico, para afrontar la deuda inmoral e injusta de otra manera. Para anteponer las personas a los bancos. Solo hay dos orillas y hasta que los que somos más no entendamos esto, nos ahogaremos en el río revuelto donde ganan algunos pescadores. El #14N fue un éxito y habrá que seguir en la calle, porque codo a codo somos más...