Revista Deportes

Un santo entre las tinieblas

Publicado el 06 agosto 2020 por Trescuatrotres @tres4tres

Esta misma semana, se ha consumado la retirada de una de las personas que más han contribuido al encumbramiento de la llamada marca España, Don... Iker Casillas. Ningún representante de nuestro país cosechó tal beneplácito popular, como el que el guardameta madrileño obtuvo durante sus años defendiendo la Roja. Una capitanía indiscutible, sobrante de profesionalidad, que se diluyó por donde suelen disiparse los grandes mitos de nuestra patria. Por la puerta de atrás. Otros, más que disiparse, hacen honor en su marcha a uno de los títulos más célebres de la filmografía de Woody Allen

Pero claro, this is Spain. Ya la describió mi poeta favorito, otro Don, Antonio Machado, a la perfección: "un trozo de planeta por donde cruza errante la sombra de Caín". El cainismo español. En ningún sitio del mundo tuvo la parábola bíblica tamaño reflejo. Por ello, nuestro fútbol no iba a ser menos. Y también por ello, hoy se retira en Portugal, con mucha gloria, pero también pena, uno de los jugadores más importantes de los anales de nuestro balompié. Pero un servidor, único responsable de estas líneas, le dedica este, justo no, justísimo homenaje. Lo que debe hacerse con los grandes triunfadores, honrar y no envidiar o tratar de vilipendiar.

El canterano perfecto

¡Qué viejo se hace uno! Aún recuerdo como si fuera ayer, el reportaje que el mítico programa El Día Después le dedicó al guardameta, reconstruyendo en pleno instituto su primera convocatoria con todo un Real Madrid. Hoy ya ni existen programas como aquel, priman más los looks y los tiktoks, ni está con nosotros el gran Michael Robinson. 23 años va a hacer de aquella llamada durante una clase de Dibujo. Pocos lamentaron después la lesión de Bodo Illgner horas antes de viajar a Noruega. Como pocos dudan hoy de que aquella reacción del hijo de Mari Carmen y José Luis simbolizaba la sencillez que marcaría su carrera como futbolista. "Yo no soy galáctico, soy de Móstoles".

Una llaneza que lo ligó durante la mayor parte de su carrera al equipo de sus amores, el Real Madrid. Sólo sus primeros ochos años de vida trascurrieron al margen de la casa blanca pues, pronto, a los 9, y tras jugar en el equipo de su colegio, fue reclutado por los prebenjamines merengues. Desde entonces, cumplió con una hoja de ruta inmaculada en la fábrica. Con 16, aparte de la referida citación, ganó la Eurocopa de su categoría. Con 17, todo un mundial sub-20. Pero es que con 19, se convirtió en el portero más joven en ganar la Champions League. La primera de las tres que jalonan su palmarés.

El mejor de la historia

Aunque no sólo de orejonas se han nutrido las vitrinas de este mito futbolístico. Hace sólo cuatro días levantó la Taça de Portugal, el que será su último trofeo... como jugador. Únicamente a nivel de clubes, ha cosechado 22 títulos. Al mayor entorchado continental hay que sumar Ligas, Copas del Rey, Supercopas de Europa, Copas de Portugal, una liga portuguesa... la lista es interminable. Quizás le quede una espinita: haber ganado más veces el Trofeo Zamora. Sólo consiguió tal galardón en la 2007-08. En un club tan poco prolífico a nivel de guardametas, parece difícil encontrar a un colega con tamaña incidencia histórica.

Una incidencia que no admite discusión con respecto a la selección española. Basta con decir que defendía las redes de la mejor roja de todos los tiempos. Un combinado de récord. El de la serie Eurocopa-Mundial-Eurocopa que se quedó grabada a fuego en nuestros corazones ¡Qué pena de los niños de menos de 8 años! ¿Vivirán alguna vez un hito así? Pues aunque todos recuerden a los Iniesta, Xavi, Silva o Villa, nada hubiera sido de ellos sin el mejor guardaespaldas del mundo: San Íker Casillas. Porque si milagroso fue el gol del albaceteño en Johannesburgo, también valía una aureola esa parada de reflejos, su gran baza, ante un Robben en franquía. Solo Ramos ha jugado más partidos para nuestro país, 167. Y ahora quien pueda, que empate.

Diplomacia y saber estar

Sin embargo, todos los datos glosados, que ensalzan una carrera tan irrepetible como la del madrileño, son sólo fútbol. Nada más y nada menos. Por eso, ahora que importa a partes iguales todo lo que lo rodea, es necesario hacer un inciso en su figura fuera del campo. Y es que no se puede confundir su sencillez con su implicación. Y si no, que se lo digan a Mourinho. El portero no tardó en darse cuenta de que el portugués había sido devorado por su propio personaje, por lo que, a golpe de brazalete, intentó imponer cordura en un vestuario lleno de lisonjeros. La apuesta, por fidelidad a sus principios, le salió cara, y hasta vio como el show del entrenador pasó por sentarlo sin razón alguna ¿Se habrá arrepentido más de un frentista?

Como la memoria de los futboleros es corta, también cabe recordar que la implicación del mostoleño fue más allá. En concreto, con los famosos pactos (al nivel de los de la Moncloa) que apaciguaron los ánimos de madridistas y culés en la selección española. Si conseguir una alianza, entre las llamas que el entrenador más dañino del balompié había encendido, no fue un nuevo milagro, que baje dios y lo vea. Hasta les valió el Principe de Asturias de los Deportes a ambos capitanes. Una actitud que mereció hasta el Nobel de la Paz.

¿Perdones? Pocos. El español, en su mayoría, se caracteriza por dar jabón al que se retira, sabedor de que ya no será el blanco de sus dianas. Por eso, y desde que sufriera el desgraciado infarto, Casillas sólo recibe parabienes, incluso de los florentinos, mourinhos y conos de todos tipo. Dentro de nada, el que tuvo, poco menos, que exiliarse a Portugal (¿coincidencia?) tendrá una estatua en la Castellana. Pero así es España. O por lo menos algunos. Para un servidor siempre fue y será don Iker Casillas. El santo.


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