Revista Cultura y Ocio

Un silencio igual a la estupidez

Publicado el 11 junio 2012 por Dean
"En los trances duros, los señoritos  invocan a la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva".    Machado.
Un silencio igual a la estupidez
Una nación, país, territorio con fronteras o no se cómo llamarle, en el que se pasa rápidamente de la demofilia a la demagogia y de un plumazo se le demuestra al pueblo que no es más que el relleno de un saco en el que sólo importan los cuatro señoritos con dinero, no provoca más que pena ante los ojos del mundo. Hasta hace poco, -cuando se empezaron a destapar unos cuantos casos de corrupción- éramos una vergüenza para el mundo civilizado, pero hoy damos pena, y eso es todavía más triste si cabe. Se puede arruinar un país, y también se le puede vender, se le puede esquilmar hasta dejarlo en los huesos y se le puede entregar como vulgar prenda por menos de treinta monedas. Ya ha sucedido antes en otros lugares y con otros protagonistas, pero siempre son cuatro canallas que por el vil metal hacen esclavos a los pobres y siempre es el mismo pueblo quien tiene que pagar el precio con su sangre. En su momento un viejecito en el Vaticano decidió que los indios tenían alma; hoy un grupo de burócratas europeos determinan si podemos o no tener acceso a una vivienda, a un empleo, a la educación, a la salud, o si por el contrario seremos otra vez unos parias.  Trataremos de alzar la frente y recuperar el orgullo, pero el retroceso histórico no podrá evitarse a no ser que el pueblo decida poner una vez más su sangre y plantar cara a los infames, a no ser que la multitud alce su voz para romper ese silencio que hasta hoy ha sido igual a la estupidez.
Un silencio igual a la estupidez

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