(…) Me encontraba ante un mapa y, al mismo tiempo, en el lugar que éste representaba. El terreno presentaba un triste aspecto, tremendamente inhóspito; no podría decir si su desolación era la de los desiertos rocosos o la del vacío fondo gris del mapa, solo poblado por letras. Unas que describían una curva, como siguiendo la línea de una cadena montañosa; las palabras que formaban se hallaban separadas unas de otras, unas veces más y otras menos. Sabía, o me di cuenta, que me encontraba en el laberinto del oído. Pero el mapa era, al tiempo, el del infierno.(Anotado en uno de sus cuadernos- verano de 1938)Walter Benjamín. Sueños. Abada Editores. Traducción de Juan Barja y Joaquín ChamorroMielke
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