Revista Toros

Un torero y un picador en Las Ventas

Por Malagatoro

Castaño

La corrida de ayer fue una mansada en toda regla. Una corrida imposible, sin clase y ayuna de casta. La generosidad de Castaño en el sexto hizo que el burel se arrancase desde los medios en tres ocasiones al caballo del gran Tito Sandoval para, al sentir el hierro, dolerse,  y marcharse del equino como alma que se lleva el diablo. Y eso es de manso, y al manso no se le debe aplaudir en el arrastre como ocurrió ayer en Las Ventas. Javier Castaño estuve en torero, ante sus dos oponentes que presentaron muchas complicaciones. Firme, sereno, valiente, templado, con ganas, afición y dejando varios naturales en el primero, casi imposibles, cruzado al pitón contrario, citando con la muleta planchada y exponiendo. Frascuelo no está ya para muchos trotes y el mexicano Garibay se mostró incapaz y sin el conocimiento y bagaje necesario para estar delante de este tipo de toros. A destacar la labor con el capote de brega de Fernando Galindo y con los garapullos de David Adalid. Foto: Juan Pelegrín/Las Ventas.


Titosandoval

Tito Sandoval. Foto: Juan Pelegrín/Las Ventas


Antonio Lorca en El País:

“…Se llama Javier Castaño, y superó con nota el dificultoso examen que le presentaron dos toros complicados, broncos, con malas ideas y sin una gota de sangre brava en las venas. Y lo aprobó con decisión, con un valor digno de elogio, con una deslumbrante firmeza, con pundonor, con entrega y con raza de héroe. Como ha ocurrido siempre cuando un torero ha querido demostrar que es capaz de estar por encima de su oponente.

Protagonizó, además, un gesto infrecuente: se cruzó en sus dos toros. ¡Qué estampa más torera cuando buscaba el pitón contrario y citaba con la muleta planchá! Qué torera y qué extraña, porque eso no lo hace hoy prácticamente ningún miembro del escalafón de matadores.

La plaza se lo agradeció, como no podía ser de otra manera, y le obligó a dar la vuelta al ruedo tras matar al sexto como premio a toda una actuación muy seria, muy emocionante, aunque no brillante porque la nula calidad de lo toros impidió el lucimiento.

Y hubo un picador, Tito Sandoval, que se sintió lo que es, torero a caballo, y realizó la suerte de picar en el último con enorme brillantez. Llamó la atención del toro, le ofreció el pecho del caballo y señaló en todo lo alto hasta cuatro veces, las mismas que el animal acudió de largo desde los medios en un espejismo de bravura, pues no presentó pelea en ninguno de los encuentros.

Y hubo dos señores vestidos de luces: Frascuelo e Ignacio Garibay.”

Carlos Ilián en Marca:

“En el último toro de una tarde que, excepto la firmeza del propio Castaño para exprimir las imposibles embestidas del tercero, transcurría en el mismo tono gris opaco y triste de esta feria, el torero salmantino encendió la plaza en un tercio de varas antológico. Javier y su picador Tito Sandoval se pusieron de acuerdo para resucitar una suerte devaluada por los intereses mezquinos del nuevo taurinismo.

Y de paso lucieron a Flamenco, de Carriquirri, de 633 kilos y al que Castaño fue dejando de largo hasta el cuarto puyazo que el toro tomó arrancándose del centro del ruedo. Qué emoción y que torería. Un tercio de varas que vale una feria, amigo.

En la muleta Javier Castaño se plantó firme y cruzado para engarzar los derechazos sin mácula y los naturales en los que soportó los derrortes del toro. Un pinchazo hondo y un descabello con torería liquidaron al toro. Por muchísimo menos se han cortado aquí orejitas de risa. El torero se tuvo que conformar con la vuelta al ruedo.”


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