Revista Psicología

Un tranvía llamado deseo | Testamento

Por Yanquiel Barrios @her_barrios
Un tranvía llamado deseo | Testamento

La primera parada fue siempre en las falsedades del gozo de los amores cotidianos. El exilio suele ser el mérito del arte dramático. Éramos dos ferrocarriles, una carrera incesante hacia el otro. Caóticos pero ardientes. Jugando con nuestras armas: mi ingenio, mi salvaje inteligencia, su sensualidad, su maldad. Yo siempre libre y él innecesariamente obediente a los diálogos matrimoniales. El apetito erótico también es una prisión, sostenida en la chispa de la clandestinidad. Pero la vida se va acabando entre rupturas y reencuentros. Por eso necesitábamos liberarnos, juntos y condenados. Como los hombres y mujeres que luchan por la libertad. Corriendo siempre por un tranvía llamado deseo y alejándonos en una poética y atrevida realidad. La última parada fue en los fracasos de los amores civiles y públicos, muriéndose ante la sorpresa del amante inesperado. Un amor poco convencional necesitado de silencios y soledad. Hoy perdí mi última parada, como su buena alumna no supe contenerme con sus migajas.

Por: Kristal M. Rivera González

Un tranvía llamado deseo | Testamento
Testamento

Como he sido iconoclasta

me niego a que me hagan estatua:

si en la vida he sido carne,

en la muerte no quiero ser mármol.

Como yo soy de un lugar

de demonios y de ángeles,

en ángel y demonio muerto

seguiré por esas calles...

En tal eternidad veré

nuevos demonios y ángeles,

con ellos conversaré

en un lenguaje cifrado.

Y todos entenderán

el yo no lloro, mi hermano....

Así fui, así viví,

así soñé. Pasé el trance.

Por: Virgilio Piñera


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