Valeri Lobanovski no salía de su asombro. Cuando se suponía que su descanso iba a ser eterno, recibió aquel extraño mensaje, que releía una y otra vez, sin llegar a entenderlo del todo.
“Aquí, en el paraíso, de vez en cuando nos damos algún capricho. En esta ocasión, con motivo de la celebración del día de todos los santos, se ha organizado un partido de fútbol. El rival, no hace falta decirlo, es muy poderoso.
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