Tapa, cerveza...
Fotografía: AO
No hacía mucho tiempo que cantábamos las alabanzas de una tímida tapa. Sin embargo, el gesto generoso y altruista nos sorprendió entonces de la misma manera que todavía lo agradecemos. Antes de continuar, hemos de aclarar con precisión que estamos hablando de un local hostelero valenciano, ciudad donde no se prodiga la tapa. Pues bien, existía un bar, de considerable tamaño, todas las mesas ocupadas y bien servidas, que de forma espontánea acompañaba la consumición con una rumbosa tapa. Incluso, cuenta los mayores del lugar que de vez en cuando tocaba pequeña porción de tortilla de patatas para empapar el vino tinto o la caña de cerveza. Contrastando la información, efectivamente una noche fuimos agraciados con una tapa tortillera… Magnífico gesto.
¿Patatas de bolsa o tortilla? Qué tensión
Fotografía: AO
La vida es sabia, y cuando se cierra una puerta se abre una ventana. Además, esa ventana estaba decorada con los mismos farolillos de caseta de feria andaluza y los mismos cuadros repletos de mujeres vestidas de faralaes entregadas al baile. En las paredes, todo tipo de recuerdos que nos quieren recrear el ambiente de taberna andaluza… incluyendo la posibilidad de cenar sobre un gran tonel de vino. Por último, todos los jueves, espectáculo de flamenco en vivo.¡Bienvenidos a la Bodega Olayita!
Esperanza en forma de pequeña tapa
Fotografía: AOEl nombre lo dice todo. Franquicia de estilo flamenco – andaluz donde, a pesar del ensordecedor ruido del tablao, con la consumición te ofrecen una pequeña tapa gratis. En una de mis muchos y frecuentes visitas, decidieron sorprenderme con una pequeña tapa de tortilla de patatas. He de decir que con abundancia de cebolla, por respeto a todos aquellos herejes y mal pensantes que consideran que la tortilla de patatas debe ser sin cebolla. La porción, de tamaño algo ínfimo, podríamos calificarla dentro de los parámetros de un bocado tipo hambriento – medio. Sin embargo, su jugosidad y la alegría que aportaba la cebolla hicieron merecer el tamaño delicatessen de la muestra. Incluso, mientras engullía el pequeño trozo tortillero, estiré con digna elegancia mi meñique sujetando pulcramente el palillo con delicadeza de dama inglesa. Exquisito, delicioso, sutil y agradable… Ahora, en pleno proceso de régimen, me relamo recordando una época feliz en la que el calor todavía no nos obligaba a enseñar nuestras redondeces. ¡Qué vida tan justa y misericordiosa! Cuando cundía la desesperación y la tristeza, ante mi vista enturbiada todavía por las lágrimas, una tal Bodega Olayita me consolaba ofreciéndome un hombro amigo en el que llorar mientras me cortaba un pequeño trozo de tortilla de patatas.