Revista Arte

Un triunfo efímero de mujer, una ambición de cine, un fracaso y una novela inacabada.

Por Artepoesia
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El empresario de Broadway (Nueva York) Florenz Ziegfeld (1869-1932) propuso en 1917 a Alfred Cheney-Johnson (1885-1971) que fuese el fotógrafo oficial de sus actrices del Ziegfeld Follies. Esta revista musical funcionó, ininterrumpidamente y con gran éxito, desde 1907 hasta 1931, cuando el señor Ziegfeld no pudo ya superar la ruina a que le llevó el desastre financiero de 1929. Estos espectáculos de revista fueron inspirados por el Folies Bergère parisiense, y combinaban audazmente el desnudo, la comedia y el espectáculo musical.
Después de que la compañía teatral dirigida por su esposo acabase derrumbándose en 1918, la bella y atractiva actriz de teatro Edith Shearer quiso que su hija Norma consiguiese triunfar en el mundo del espectáculo. Aconsejada por familiares llevó a su hija a Nueva York, al Ziegfeld Follies, a pesar de saber que su hija no tenía su belleza, ya que Norma, según su madre, tenía una figura rechoncha, unas piernas robustas y una mirada cruzada por culpa de su ojo derecho, un poco estrábico. Así fue como Norma Shearer (1902-1983) acabó siendo fotografiada por Cheney-Johnson con sólo dieciséis años para el Ziegfeld Follies, aunque al final no consiguiese ser contratada por el exigente Florenz. Dos años después le ofrecieron ser extra en una comedia dirigida por Alan Crosland y tuvo que sobrevivir además con trabajos de modelo. Para 1923 el productor de comedias neoyorquino Hal Roach la descubrió y le propuso una oferta para trabajar en Los Ángeles en la MGM.
Irving Thalberg (1899-1936) empezó a trabajar en 1919 como ejecutivo en los estudios de cine Universal en Nueva York, propiedad de su tio Carl. Pronto marchó a Los Ángeles y, con una ambición sin medida, fue contratado por el más audaz y próspero productor Louis B. Meyer. Aquí llegó a ser vicepresidente y jefe de producción de MGM con apenas veinticinco años. Así se conocieron Norma e Irving, gracias a la determinación de ella por triunfar y a la fascinación que ella causó en el impasible y frío Thalberg. Acabaron casándose en 1927, y consagrando él una brillante carrera y ella una más que aceptable y prolífica filmografía. 
Pero la delicada salud de Irving Thalberg acabó por destruirlo todo en 1936, cuando un catarro demasiado fuerte derivó en neumonía y en su fallecimiento. Ya no pudo Norma Shearer más que seguir los contratos que tenía que cumplir pero, convencida de que no podría competir ahora con las más geniales e impresionantes bellezas que empezaban a brillar en el cielo de Hollywood, acabó en 1942 abandonando la actuación y uniéndose a un hombre mucho más joven que ella. Con él mantuvo hasta el final una vida retirada, enferma, gris y melancólica.
El escritor Francis Scott Fitzgerald (1896-1940), que triunfó en los años veinte con El gran Gatsby y A este lado del paraíso, comenzó a escribir en 1935 su obra El último magnate, la cual no pudo terminar antes de fallecer en 1940 olvidado, alcoholizado y arruinado en Hollywood, tratando de sobrevivir con los guiones de bajo presupuesto que, a veces, le ofrecían. La novela fue finalizada y publicada por su amigo Elmund Wilson en 1941. En ella narra la vida de un gran ejecutivo y productor de Hollywood, despiadado, frío, ambicioso y genial. Esta es la historia de dos vidas cruzadas, dos vidas paralelas y parecidas, significadas ambas por el éxito y el fracaso, por el brillo efímero de unas luminarias que, una vez, las deslumbraron y, más tarde, acabaron por desdibujarlas.
(Imagen de estudio de la actriz Norma Shearer, 1930; imagen de Norma Shearer, 1918; cartel del espectáculo del Ziegfeld Follies en 1917; imágenes fotográficas de desnudos de Norma Shearer en 1918, del fotógrafo Alfred Cheney-Johnson;  fotografía de estudio de Norma Shearer, 1931; cartel de la película Vidas íntimas, de 1931, protagonizada por Norma Shearer; fotografía de Irving Thalberg y Norma Shearer, 1933;  fotografía del escritor Francis Scott Fitzgerald, 1928.)

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