Revista Cultura y Ocio

Un verano en Casablanca – @hipst_eria

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

Estaba deseando llegar a casa. Los dos últimos días habían sido demasiado duros y no había descansado nada. Ley de vida, si, pero como duele.
A la enorme sensación de vacío ahora le acompañaba una tremenda curiosidad y hasta excitación, por comprobar qué había dentro de esa hermosa caja de madera tallada y cerrada con llave, que su tía le acababa  de entregar cumpliendo los deseos de ella, de su queridísima abuela, que les acababa de dejar para siempre.
Era la mujer más moderna, culta y especial que había conocido. Una avanzada para su época y hasta para la nuestra. Incluso a la hora de su muerte la sorprendía, no sólo dejándole sus objetos más personales, sus joyas, sus cuadernos de dibujo y su maravillosa colección de bolsos y sombreros, sino que le confiaba una caja que intuía contenía algo mucho más valioso.
Al girar la llave notaba como le latía fuerte el corazón. Olía a ella.
En su interior había multitud de cartas agrupadas y atadas con lazos rojos, un antiguo cuaderno verde de pastas duras y su anillo de oro en forma de sol con piedra central en azul claro, casi turquesa, que jamás se quitaba. Y un sobre grande sin dirección pero con una nota: “Para Silvia”. Dentro había otro sobre más pequeño con una dirección de París. Las lágrimas empezaron a brotar y ya no pudo parar de llorar.

《Querida Silvia, ¿Sabes que estoy contigo, verdad? Sólo tienes que cerrar los ojos y me verás. Antes de nada quiero disculparme por la cobardía de esperar este momento, para contarte la historia de los días más felices de mi vida. Y decirte que, a pesar de lo que leas, quise a tu abuelo con toda mi alma. Fue el amor de mi vida, él y André. Porque dónde está escrito que no se puede querer a dos personas a la vez. Porque no puede haber nada malo en querer como los quise, a los dos, a lo que representaba cada uno, a lo que aportaban a mi vida.
A uno lo vivía y a otro lo soñaba, pero con la intensidad de los sueños cumplidos, reviviendo unos momentos breves pero imborrables para cada uno de mis sentidos.
Ojalá la vida no fuera tan convencional y se rigiera por unas normas a veces tan absurdas. Me venció en una batalla, pero no en la guerra. Al final tu vida es lo que tú quieras.
Me casé con tu abuelo, esa historia la conoces, pero la otra historia de mi vida empieza en ese cuaderno verde, el diario de ese inolvidable verano de 1954 en Casablanca, continúa en todas esas cartas de remite en francés y termina en esa carta que incluye este sobre, lista para enviar, y que te ruego la lleves a su destino, cumpliendo mi última voluntad.
Te confío mi gran secreto porque eres la persona que más quiero, porque tu juicio será el correcto y porque nada me haría más feliz que prolongar esa amistad a través de ti y que tuvieras la suerte de conocerlo》
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Casablanca, 26 de Junio de 1954

Día 1.

Querido diario, estaba deseando llegar. Hemos aterrizado en el Aeropuerto de Infa sobre las 5 de la tarde. No me lo podía creer, ¡Estaba en Casablanca en el mismo aeropuerto en que Humphrey Bogart e Ingrid Bergman se despedían! Si, soy una peliculera y una romántica.
Lo que he visto de la ciudad me ha encantado, cuánto bullicio, cuántos colores, qué edificios tan bellos. Ahora entiendo el entusiasmo que muestra mi padre por este lugar. Cuánto me alegro de que en esta ocasión lo hayamos podido acompañar. Al parecer el resto de arquitectos vienen también con sus familias.
El hotel Lincoln es precioso y los empleados son amabilísimos, han tratado a mi padre con mucha familiaridad.
Que pena que Josep se haya tenido que quedar en Barcelona, que poco queda ya para la boda …
Le voy a escribir.

Día 2.

Hoy mi padre nos ha llevado a la zona norte, donde van a construir. Hemos visitado el faro del Hank y nos hemos bañado en una preciosa playa. A la vuelta pasamos por la Medina, tengo que volver tranquilamente para comprar cosas para mi casa, me ha encantado el colorido de las telas, voy a llenar mi casa de color.
He conocido a dos chicas italianas, hijas de uno de los socios, con las que a pesar del idioma, me entiendo bastante bien. Queremos hacer tantas cosas que no sabemos por donde empezar. Mañana veremos.
Qué sueño, no puedo más.

Día 3.

Hoy ha llegado el socio francés. Lo acompaña su hijo, un estudiante de arquitectura, entusiasta y guapísimo. He sentido algo extraño, me ha encantado. No ha parado de mirarme furtivamente a través  de su largo flequillo castaño. ¡Qué ojos!
A las italianas les ha gustado, y no las culpo. Nos entendemos en su idioma, de algo me va a servir mi torpe francés, aprendido en las clases de aquella espantosa mujer. Lo mismo se ríe por eso, ay no, qué vergüenza.
Se ha ofrecido a acompañarnos mañana a visitar los edificios más singulares, proyectados por grandes arquitectos, coincide con mi padre en que Casablanca es un “laboratorio de arquitectura” donde dan facilidades para que todos experimenten, siendo ese uno de sus principales atractivos. Él ya ha estado aquí antes.

Día 4.

¡Qué día tan perfecto! Todo es tan bonito y está tan impecable, que parece salido de un sueño. El centro, con sus palacios art déco con toques moriscos y franceses, me han hecho imaginarme en una película de amor, ambientada en un territorio que quizás sólo exista en mi imaginación.
André también está comprometido, pero parece interesado en mi. Y yo en él.

Día 7.

Me ha besado

Día 9.

Vivo en un sueño. No quiero despertar. Mar, sol, sabor a té, almendras y miel, besos y sonrisas interminables, de las que hinchan el corazón, y que sólo desaparecen al pensar en Josep.
Qué estoy haciendo, esto no puede estar mal, es tan maravilloso lo que siento, tan puro, soy tan feliz …

Día 12.

Estoy perdida e irremediablemente enamorada de él. Hemos hecho el amor, no tengo palabras sólo sensaciones.
Qué  voy a hacer.

Día 30.

Se acaba el verano, pero no lo que siento.
Nos separaremos para siempre, cada uno seguirá su vida, aunque ya ésta nunca será la misma.
Lo hemos decidido entre lágrimas mientras haciamos el amor, perdidos en una vorágine de sentimientos, contadiciones y responsabilidades. Ahogándonos de dolor, de placer, de qué se yo.
El volverá a París y yo a Barcelona, pero nos hemos jurado que siempre nos llevaremos en el corazón y que estaremos si nos necesitamos. Y que la vida diga.
Me ha regalado un anillo para sellar este compromiso de amor y libertad. Un sol con una piedra azul transparente como el mar donde nos amamos.
¿Podré vivir así. Nos estaremos equivocando? Me muero de amor y de dolor.
A veces las películas más raras son las más hermosas. Espero que ésta sea una de ellas.

Día 35.

Un verano en Casablanca, una dirección en francés y una vida por delante.

[Siempre nos quedará París]

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