Grosero. Salvaje. Miserable. Espantoso.Calificativos de lo más amable en comparación con lo que algunos van diciendo por ahí sobre Louis-Ferdinand Céline. "Es un excelente escritor, pero un perfecto cabrón", declaraba el alcalde de París, Bertrand Delanoë, pocos días después de que el ministro de cultura francés, Frédéric Mitterrand, reculara y borrara de la agenda de eventos culturales el homenaje al autor en el 50 Aniversario de su muerte. ¿Pero a quién se le estaba haciendo un favor? ¿A los hijos de judíos deportados? ¿A las asociaciones humanitarias? ¿O acaso no le hubiera encantado a Céline seguir siendo el centro de la polémica incluso años después de haber sido enterrado?
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