Imaginad un mes sin publicar en Facebook, sin subir fotos de la playa o la piscina, sin posturear un poco con esa cena tan rica en un restaurante del puerto o la siestaza que os estáis echando en esa hamaca del jardín. Lo sé, para muchos esto es un imposible. Nos hemos acostumbrado tanto a ello, que lo primero que hacemos al empezar nuestras vacaciones es preguntar por el wifi.
Y no es que sea algo malo, la tecnología evoluciona y las nuevas herramientas de comunicación social tienen muchas ventajas. Pero paraos a pensar un segundo en las veces en las que realmente estabais disfrutando de un plan. Esas veces en las que el tiempo pasa volando o en las que estás tan inmerso en algo que se te olvida todo lo demás. Y qué gusto da cuando de repente nos damos cuenta de que hemos pasado un día entero, o dos, o tres, sin prestar atención al móvil, sin encender el ordenador, sin pensar en likes.
De vez en cuando viene muy bien desconectar de la tecnología para conectar con otras cosas, aunque sea por unas horas. Y esto es lo que Izabela Urbaniak enseña a sus hijos, y al mundo, a través de su nuevo proyecto fotográfico. Una serie de fotografías de sus hijos y sobrinos en sus vacaciones de verano. Un mes en el campo sin acceso a la tecnología, interactuando entre ellos, con la naturaleza, jugando, inventando, disfrutando.
Aparte de parecernos unas fotografías preciosas, nos encanta el experimento y animamos a todo el mundo a tomarse unos días (o unas horas al menos) de descanso tecnológico antes de que se acabe el verano. Demos la bienvenida a Septiembre con un reto
¡Feliz martes UMMAnos!