Nueve de la noche. Partimos hacia el norte de España. Lo único que sabemos es que estamos juntos con los coches listos. No sabemos realmente ni donde dormiremos. Maletero cargado con las bolsas y las tiendas de campaña por si acaso. Al parecer, estábamos necesitados de improvisación. Vivir el momento sin que nada pueda pararnos.
Un viaje inolvidable hacia el norte de España
Teníamos ganas de vivir el momento. Eso de planificar las vacaciones puede estar bien, pero hay veces que es mejor improvisar y disfrutar del tiempo. Y mejor aún si es con amigos y con los coches. Este viaje fue algo diferente a los demás ya que partimos de Barcelona con dos Honda NSX y un Toyota Supra, y mas tarde nos reunimos con otro Supra en Santander. El regreso a Barcelona fue en el Supra vinilado y el NSX de LSD Engeniering.
Teníamos pensado salir a eso de las 19:30 pero entre una cosa y otra se nos hicieron las 21:00. Queríamos llegar a una hora prudente a Bilbao para poder aprovechar el día siguiente. La capital de Vizcaya era el único punto que teníamos claro, ya que es donde reside Alberto, propietario del otro Honda NSX. Para que diferenciéis el uno del otro, a grandes rasgos, el de Alberto tiene las llantas Rota y el capó del NSX Type-R en fibra de carbono aunque parte esta pintado del mismo color de la carrocería.
Aunque queríamos hacer el trayecto hasta Bilbao del tirón, decidimos hacer una parada en Tudela para cenar y tomar un buen café cargado. La ruta se hacía larga y para rematar la faena, se puso a llover como si no hubiese un mañana. Hubo un punto en concreto en el que, unos Guardias Civiles que pararon su vehículo y encendieron los prioritarios del mismo, nos advirtieron de una cantidad de agua considerable en la calzada, justo en un desnivel con curva a derechas. Comentamos luego la jugada y, de no ser por ellos, se podría haber producido un accidente. Hay que tener en cuenta que circulábamos con coches bajos y el agua podría haber frenado o incluso haber cambiado el rumbo del primer conductor, ya que como bien sabéis, el agua es poco previsible cuando se corta con un vehículo. A todo esto, paramos a repostar. Una actividad que hicimos varias veces a lo largo del road trip .
Llegamos a nuestro primer destino sin ningún percance, nos acomodamos en casa de Alberto y May, y nos fuimos a dormir ya que, tal y como he comentado anteriormente, queríamos aprovechar el día siguiente. Calculo que, a lo largo de los 4-5 días de viaje, habremos dormido una media de 4 horas diarias.Lo volvería a hacer sin dudarlo.
Al día siguiente, fuimos a desayunar esos típicos pinchos que a mi parecer son adictivos. Hay tanta variedad que uno no sabe por cual empezar y para el colmo, son tan contundentes que, por lo menos mi estómago, no es capaz de albergar más de media docena. Teníamos pensado luego hacer una excursión con los coches pero al final dividimos el grupo en dos, y algunos terminamos haciendo ese deporte que tanto nos tienta, Surf. Practicarlo junto a tus amigos, rodeado de naturaleza y con un clima mixto en el que a ratos llovía y a ratos salía el sol no tiene precio.
Por la tarde fuimos a un lugar más que recomendable, al Golfo Norte, más concretamente a Barrika. Llegamos con los dos NSX y el Supra, los aparcamos justo en la entrada y nos dirigimos hacia la puerta del bar. Pero como es obvio, tocaba hacer esa última mirada por encima del hombro que tantos de vosotros hacéis con vuestras joyas para verlos. Las palmeras se movían con el fuerte viento que soplaba esa misma tarde. Nos tomamos unas cervezas bien frescas y al salir, esa estampa hacía que cualquier amante del motor se parase unos segundos para contemplarla.
De allí nos dirigimos a rebuscar un buen lugar donde hacer unas fotos. Y lo encontramos. Una pequeña calle residencial cortada envuelta en vegetación. Perfecta para esas fotos. Más tarde visitamos otra cala en la que me dio tiempo a hacer alguna foto más, pudiendo obtener esta toma con la puesta de sol.
El viernes por la mañana nos levantamos y fuimos directos a Nipon Garage Motor, el taller de Alberto. En él, pusieron a punto los coches después del viaje Barcelona-Bilbao. Estuvimos toda la mañana hablando de motor y la verdad que es un placer poder escuchar a expertos en la materia y aprender de ellos.
Tengo que reconocer que a media mañana me fui con Alberto al bar de al lado a hacer unos pinchos, para no perder la costumbre.
Por la tarde dimos una vuelta por el centro comercial y Niko planteó un plan que él iba a llevar a cabo. Ir a Santander a visitar a un amigo con otro Toyota Supra. Como equipo que formamos nos negamos a que fuese solo y empezamos a dar ideas, ya me entendéis. Todo esto lo hablamos mientras nos comíamos un pequeño aperitivo.
¿Como acabo? Fácil, todos viajando a Santander. Carlos, el chico del otro Supra, se había ofrecido a darnos hospedaje a toda la tropa. Algo que tengo que reconocer que nos sorprendió gratamente. Hacía tiempo que no conocía a alguien con tan buen corazón y que confiase en las personas tan ampliamente. Quedamos con él en un estacionamiento y de allí, agradecidos, fuimos a su casa. Directos nos dirigimos a cenar ya que en ese momento lo que rugía era nuestros estómagos y no los motores de los coches. Eso sí, antes de ir a cenar, Carlos nos enseño su joya.
Aparcada en un garaje que parecía que estuviese hecho a medida para el Supra. A la hora de dormir, como no cabíamos todos en una misma casa, nos dividimos en dos grupos. Unos durmieron en la casa de sus padres y Niko y yo dormimos en su piso. Aunque de dormir… poco dormimos, ya que estuvimos hasta las 3 y media de la madrugada contando las anécdotas más notables que cada uno había vivido con los coches a lo largo de su vida.
Y por la mañana, tanto Carlos como su novia nos recibieron con un gran desayuno que nos dio las suficiente fuerzas como para poder bajar parte del rio sella en canoa. A si… eso y saltar desde las rocas y puentes al mismo rio. No solo los coches nos dan esa adrenalina que tanto nos gusta a algunos ;). Pero antes de volver a iniciar la marchar, fuimos a hacer un reportaje fotográfico de los coches a una fábrica abandonada que había por la zona. Victor, con su Honda Accord, se acercó desde Bilbao para pasar el día con nosotros.
Estas fotografías las pondré en un post que prepararé para dentro de unos días, para poder contaros más detalles del Supra azul de Carlos y algunas características de los demás coches.
Y para rematar, como el tema de las canoas acabó sobre las 6 de la tarde y no teníamos suficiente, decidimos hacer unos kilometros de más (200 para ser exactos) para poder ver una obra de arte, un paisaje que te hace pensar en la inmensidad de la tierra. Un paisaje que hay que ver por lo menos una vez. Cabo Peñas, el cabo más septentrional del Principado de Asturias. Allí mismo cenamos, pegados a unos ventanales a través de los cuales se veía todo el paisaje. Y finalmente, de allí volvimos a nuestra “base” en Bilbao. El problema es que todos los conductores estaban muy cansados. Y los copilotos nos ofrecimos a llevar las máquinas. Nada que no quisiéramos hacer.
Y me tocó el turno de conducir el Supra. Niko me dio algunos consejos ya que en absoluto es como llevar un utilitario, además que lleva el volante a la derecha, algo a lo que te acostumbras rápido pero que al principio se le hace raro a uno. En definitiva, tengo que decir que la experiencia de conducir este nipón unos 200 km me gustó. Al estar vaciado por dentro, llevar el volante Sparco, los backets Bride y la linea de escape cambiada, las sensaciones son intensas.
Llegamos agotados a la casa de Alberto y May y nos pusimos a dormir. Teníamos la intención de volver a hacer surf al día siguiente pero, teniendo en cuenta los km de vuelta hasta Barcelona, hicimos bien en dormir algo más de lo que habíamos dormido los días anteriores. Por lo tanto, nos levantamos tarde, aprovechamos para visitar parte del centro de Bilbao y de nuevo para hacer unos pinchos. Como nos gusta comer…
Volvimos para recoger el poco equipaje que llevábamos y de ese modo poder empezar la ruta de vuelta. Justo antes de despedirnos y marchar, se pasó Aitor a saludarnos, ya que sigue a Fresh Imports hace tiempo y se enteró que íbamos a estar de visita por sus tierras. Suerte que pudo acercarse él ya que con el tiempo justo que teníamos nosotros, hubiese sido imposible quedar en otro lugar. Ya de vuelta, decidimos circular parte del viaje por carreteras internas, pasando por pueblos perdidos de la mano de Dios, con unos paisajes realmente espectaculares. Así que, con esta imagen me despido de vosotros y esperamos poder seguir redactando historias como estas para que las podáis vivir casi en primera persona.