Una cosa que no puedo evitar, es mirar las paredes de los cortados o de las zanjas. Y es que en estos sitios es donde se muestra lo que fue el suelo muchos años atrás. En estos sitios podemos encontrar fósiles de organismos que vivieron hace miles o millones de años. En el lugar donde vivo, que son las terrazas formadas por el río Gállego, no se encuentran fósiles, ya que éstos son muy raros. Sí que se han encontrado restos de elefante en las gravas del río, cuyo curso actualmente está bastante lejos. Concretamente un fragmento de defensa fue encontrado hace años por José Bellosta Zapata. El fósil fue extraído y depositado en el Museo de Ciencias Naturales de Zaragoza.
En algunas ocasiones aparecen turberas entre la grava. En estas turberas, que son los restos de pequeñas lagunas lenticulares donde se recogían restos vegetales, también aparecen algunos restos de animales. Es en estas turberas donde hemos obtenido una piña (clasificada como Pinus nigra por Carlos Morla Juaristi). Ismael Gracia Legasa también encontró una piña. Ambas fueron entregadas a Carlos Morla que las conserva entre los fondos de la facultad de la Universidad Complutense. También apareció un hueso de ave sin identificar, un fragmento de la cadera de una gran tortuga de tierra cuya especie no conocemos y que está depositada en el museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza. Fue extraída de la turbera en compañía de Ismael Gracia. Con José Bellosta encontramos una donde había grandes troncos de lo que parecía una sabina en posición de vida y en otra turbera uno de pino. Junto a ellos y en el mismo nivel, restos de caracoles de agua y terrestres cuya datación dio una antigüedad superior a los 38.000 años. Probablemente sólo el hombre Neandertal se aproximaría a estas lagunas a cazar o beber. Nosotros pusimos los pies en ese mismo suelo 40.000 años después quizá, cuando una avenida volvió a ponerlo de nuevo al descubierto. Pero en las gravas, en la parte donde se ubica el barrio, no se encuentra nada. Los agujeros o lugares donde poder mirar son pequeños y es muy poco probable encontrar nada. Sólo cantos rodados. Pero ya son algo. Indican que esas piedras fueron moldeadas por las corrientes de agua, en este caso el río Gállego cuando pasó muchos años antes por estos lugares en su serpenteante divagar. Y el caso que me lleva a escribir esta entrada es precisamente este. Hablando con una persona que ha venido a la casa a hacer un pozo, le mostraba en la profunda bodega el material que se encontraría en la excavación. Una zona de gravas cementadas durísimas, compactadas de tal forma que parecen hormigón y que en la zona denominamos “mallacán” y debajo de éstas, gravas menos compactas y sueltas. Le comentaba a Miguel, que es como se llama el palista que a saber cuántos años haría que el río no pasaba por allí, y lo curioso que resultaba poder saber en ocasiones desde donde había traído el río aquellas piedras. Le señalaba el granito de la fotografía, encontrado a unos cuatro metros de profundidad en el suelo y que provenía del Pirineo, de la zona de Panticosa, único lugar de donde puede venir, y de cómo llegó hasta ahí arrastrado por el agua desde el Pirineo, a 160km. de distancia. También le decía que a partir de la desembocadura del Gállego en el Ebro podemos encontrar en el curso de este último los cantos rodados de granito. Dijo que a pesar de estar siempre haciendo agujeros no le había dado por pensar eso, y es ese comentario el que me ha llevado a escribir esta entrada, pues quizá a alguno de los que me leen también le haga reflexionar sobre la antigüedad del suelo sobre el que caminamos.
No es necesario encontrar restos de elefantes o rinocerontes o leones. Cuando miramos estas piedras, que aparecen a gran profundidad, podemos ver donde se encontró el suelo hace miles de años. Un suelo por el que quizá no paseó el ser humano y sobre el que vivían elefantes, rinocerontes, hipopótamos, leopardos, monos, leones… cada vez que observamos una excavación es un buen momento para reflexionar sobre la brevedad de nuestro paso por este planeta, y sin embargo del gran daño que nuestras actividades pueden provocar…