Están de moda las campañas de marketing viral y vídeos virales, quizá demasiado. La palabra 'viral' se ha convertido en uno de los fetiches de toda persona o agencia que se dedique al marketing. ¿Cómo puedo hacer un viral? Es la pregunta que se hacen todas las marcas, y con este deseo bajo el brazo acuden a su agencia de turno a pedirlo.
El viral no nace, se hace.
Si tienes una empresa y acudes a una agencia de publicidad o consultoría de marketing pidiendo que te 'fabriquen' un viral y dicho proveedor te afirma que puede hacerlo, date la vuelta y corre. Nadie puede asegurarte desde un principio que puede conseguirte un viral. Un viral no lo hace la agencia, lo hace la audiencia, los usuarios de internet. Tu proveedor podrá crear una campaña brutal, una acción brillante, pero no podrá crear algo que desde cero pueda llamarlo: viral.
Se puede llevar a cabo una acción de marketing viral o intentar crear un vídeo viral, pero nunca se podrá dotar a esa creación con el adjetivo viral antes de que lo haya conseguido por sí sólo.
Lamentablemente, ésto ocurre.
Nos estamos acostumbrando a ver y oír esa dichosa palabra demasiado, en expresiones como: "¿Has visto el nuevo viral de..." o "Este es el nuevo viral de YouTube..." Pero para que una campaña se convierta en viral deben ocurrir entre otras cosas:
-Rápida difusión por los medios sociales. -Número elevado de menciones/visitas en corto plazo de tiempo.
Puedo entender que a una estrategia de marketing se le llame 'viral', enfocándola de tal manera que se pretenda llegar a un gran número de usuarios o conseguir un gran impacto, pero ha llegado un punto en el que ese adjetivo tiene un significado distinto. Cuando pensamos en 'un viral' pensamos en algo grande, muy difundido, con un gran alcance, un gran impacto... Cosas que no se pueden atribuir a no ser que las redes sociales e Internet lo hayan conseguido antes. Un viral no nace, se hace.