Revista Opinión

Una alargada sombra

Publicado el 17 abril 2017 por Jcromero

Cuando ETA asesinaba, secuestraba y extorsionaba a diario, se pensaba que el Gobierno que acabara con aquella pesadilla tendría el reconocimiento correspondiente. No fue así. El comunicado anunciando el cese definitivo de su actividad supuso un alivio, pero llegaba demasiado tarde, como es tardía la entrega de armas y lo será el anuncio de su disolución. En todo caso, el anuncio de la entrega del arsenal es una buena noticia, por grande que sea la indiferencia con que medios y políticos han recibido la noticia y por mucho que algunos pretendan alargar la sombra del terrorismo; unos buscando réditos electorales, otros demostrando su pertenencia a la cofradía del "sin perdón".

Soy un ciudadano cualquiera. Escribo después de leer una columna de Félix de Azúa en la que llama canallas a los socialistas. Se trata de un texto casi tan ofensivo como aquel miserable "Usted traiciona a los muertos", de Rajoy a Zapatero. Soy uno de esos socialistas que, como otros, abandonó el partido al entender que había dejado de ser un instrumento útil; un ciudadano que nunca justificó los atentados etarras y tuvo dificultades para comprender las razones de aquel y todos los terrorismos, incluido el de Estado. Alguien que observó los asesinatos de ETA, indiscriminados o selectivos, como un trágico error que generó mucho dolor y demasiadas muertes.

En todo caso, haber abandonado el partido socialista, no es impedimento para sentirme ofendido al leer la columna publicada en El País el pasado 11 de abril en la que el señor académico de la lengua llama canallas a los socialistas por no hacer, en esta ocasión, lo mismo que hace el Partido Popular. Me ofende cuando llama canallas a los socialistas porque entre esos canallas estaban Ernest Lluch, Tomás y Valiente o Isaías Carrasco, un humilde trabajador que un día fue concejal, renunció a su escolta y fue ejecutado. Me ofende cuando acusa a Madina de limpiar "servilmente la sangre de las manos de otro vasco". Este escrito de Félix de Azúa me hace recordar la reacción de esos que él llama canallas, cuando se conoció el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Aquel día celebrábamos un congreso provincial y cuando se conoció la noticia, la reacción espontánea de los allí congregados, personas despreciables segúnel señor académico, fue de auténtica conmoción y rabia. Luego vendría la utilización de Blanco por el aparato propagandístico del PP hasta convertirlo en icono.

Resulta cansino el coro de esta cofradía del "sin perdón" -de la que excluyo a víctimas y familiares- empeñado en alargar la tétrica sombra del terrorismo. La entrega de armas es una buena noticia porque certifica la derrota de una organización que no ha conseguido ninguno de sus " objetivos políticos". Yo me alegro por mucho que algunos continúen pontificando desde el rencor o desde una columna periodística.

Escucho a Patrice Williamson con Jon Wheatley:

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