Durante
los primeros meses de vida, el bebé satisface todas sus necesidades nutritivas
con la leche, producto que seguirá siendo la base de su alimentación durante
todo el primer año.
A partir de cierta edad, la leche debe complementarse con otros productos que le proporcionan principios nutritivos importantes para su crecimiento y, al mismo tiempo, lo van acostumbrando a nuevos sabores y texturas. ¿Cuándo se debe comenzar con la alimentación complementaria? La Organización Mundial de la Salud, considera que no conviene comenzar la alimentación complementaria antes delos tres meses, porque hasta entonces el aparato digestivo del bebé sólo tolera bien la leche, ni después de los seis, ya que a partir de entonces la leche no basta para cubrir todas las necesidades nutritivas.
¿Cómo introducir los
nuevos alimentos?
La
introducción de alimentos nuevos debe ser gradual, de uno en uno. De esta
forma, el niño se va acostumbrando a los distintos sabores y se controla si
algún alimento provoca reacciones alérgicas. Si se introdujesen varios a la
vez, en caso de intolerancia no se sabría con exactitud la causa.
Se pretende de que el niño se habitúe a nuevas texturas, que participe más a la hora de comer y que, al cumplir el primer año, pueda comer de toda y casi por sí mismo.
Las primeras comidas se suele empezar con frutas en forma de zumos y papillas, se le puede añadir cereales.
A los seis meses el niño ya puede comer purés de verdura como: patata, zanahoria, judía y calabacín. Incluyendo progresivamente el resto.
Luego se podrá añadir carne, pescado y pollo, siempre bien triturados, por ejemplo en el puré de verdura. Después se puede introducir el huevo, aunque sólo la yema porque la clara desencadena a veces reacciones alérgicas y es preferible evitarla durante el primer año.
Los alimentos nuevos irán sustituyendo alguna toma de leche.
A los nueve meses el niño ya puede masticar: se le da carne o pescado en pequeños trocitos. También es hora de que disfrute de todo tipo de cereales, incluyendo el trigo y sus derivados.
Al cumplir el año el niño está preparado para comer cualquier alimento. Sin embargo, es preferible evitar algunos difíciles de digerir, como las legumbres. Además, está en disposición de acostumbrarse y aceptar todo tipo de texturas y formas de presentación: su alimentación puede ser tan variada como la de un adulto.
