Una Bogotá...tan cerca y tan lejos...

Me preguntaban en estos días que era lo que más extrañaba de Bogotá al estar lejos de mi principesco terruño (por la Calle del Palomar del Príncipe). Antes de responder, me di un paseo inmoral mental por ciertos parajes desolados del centro y de las afueras de la ciudad. Pude responder: "el sereno", pero me faltaron palabras para traducir esa sensación, esa devoción por un viento frío que cala y se disfruta con gusto subiendo por la Avenida Jiménez en dirección al Goce Pagano un sábado a las diez de la noche.
Luego me puse a mostrar fotos que he coleccionado de Bogotá desde hace 6 años. En especial del centro. Hay miles ya. Algunas son postales con fondos de Piazzolla y otras esconden poemas de Silva y Álvaro Rodríguez. Hay también imágenes íntimas amarradas a burritos espectrales que suben y bajan del barrio Egipto como en un cuento mágico de Horacio Quiroga. Hay sobresaltos sonoros que no dejan de sorprenderme, con trasfondo de un viejo jazz acompasado por una Pantera mambo.