Revista Arte
En los años finales del siglo XIII sucedió en Sevilla un triste trance trágico. El antiguo Alcázar árabe, sede de la monarquía del reino moro de Sevilla y transformado a la reconquista de la ciudad en 1248 en Palacio Real, era utilizado por los reyes castellano-leoneses en sus visitas a la ciudad. Muchos reyes gustaban de pasar temporadas entre sus hermosas paredes. Sancho IV (1257-1295) moraba en el Alcázar cuando un regidor de la misma, Bustos Tavera, hombre honrado y leal, pensaba casar a su única hermana, la mujer más bella de Sevilla, con un apuesto y valiente caballero.
Pero el rey, galán impenitente, no podía dejar de poseer a tan bella mujer, Estrella Tavera. Cuenta la leyenda que, una noche que el regidor no estaba en su casa, el rey ayudado por sus fieles pretendió abusar de Estrella. Sorprendido por Tavera no osó éste descubrirlo, pero le impidió humillantemente la afrenta. Sancho IV ofendido quiso mandar condenarlo, pero los consejeros reales le dijeron que mejor era matarlo, ya que tan buen hombre y regidor muchas virtudes disponía en Sevilla y que el pueblo no lo entendería.
Por esto ordenó mejor al apuesto y valiente caballero (a la vez pretendiente de Estrella) que asesinase a Bustos Tavera, escribiendo para ello este nombre en un papel que acabó entregándole. El asesino, arrepentido por el daño hecho al hermano de su querida Estrella, quiere confesar pero no puede denunciar al rey, su honor y lealtad se lo impide.
A continuación un fragmento de la obra teatral "La Estrella de Sevilla", atribuida sin mucha seguridad al gran autor Lope de Vega (1562-1635):
"Caballero: Gran Señor, ¿por qué no acabas/ con la muerte mis desdichas,/ con tu rigor mis desgracias?/ Yo maté a Bustos Tavera; / mátame, muera quien mata./ Ten, Señor, misericordia,/ haciendo justicia.
Rey: Aguarda./ ¿Quién te mandó darle muerte?
Caballero: Un papel.
Rey: ¿De quién?
Caballero: Si hablara/ el papel, él lo dijera,/ que es cosa evidente y clara;/ mas los papeles rotos/ dan confusas las palabras./ Sólo sé que di la muerte,/ al amigo que más amaba,/ por haberlo prometido./ Pero aquí a tus pies aguarda/ Estrella mi muerte heroica,/ y aun no es bastante venganza."
......
"Rey: ¿Qué haré?,/ que me apura y me acobarda/ esta gente.
Consejero real: Hablad.
Rey: Sevilla,/ matadme a mí, que fui causa/ de esta muerte. Yo mandé/ matarle y esto basta/ para su descargo.
Caballero: Sólo/ ese descargo aguardaba/ mi honor, que el Rey me mandó/ matarle; que yo, una hazaña/ tan fiera, no cometiera/ si el Rey no me lo mandara.
Rey: Digo que es verdad.
Alcalde: Así/ Sevilla se desagravia,/ que, pues mandasteis matarle,/ sin duda os daría causa.
Rey: Admirado me ha dejado/ la nobleza sevillana."
(Imágenes de la calle donde tenían su antiguo palacio los Tavera, ya desaparecido; hoy, en su homenaje, se denomina Bustos Tavera la calle; emblema Real situado encima de la puerta del León o de la Montería en el Palacio del Real Alcázar sevillano; fotografía del Real Alcázar sevillano.)
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