“Soy localista, soy regionalista, soy soberanista”. Cuando pronuncio frases así, algunos individuos con actitudes políticas centralistas o neoliberales se quedan mirándome con asombro en el mejor de los casos, con cara de odio en el peor. Si hay algo que aprendí en países como en EEUU donde el sistema es federalista y localista, así como Reino Unido, es que la gente suele ser muy muy muy celosa de su localidad – de la región o estado donde se sientan identificados, bien por origen, bien por nacimiento, forma de hablar, equipo deportivo, etc. En mi caso particular, allá en España, me choca muchísimo que se redacten leyes educativas en el Congreso que se imponen de forma radical en todo el país. Si por mí fuera, Valéncia tendría hasta su propia fuerza policial local y no se permitiría la presencia de la Policía Nacional. En EEUU, el concepto de “Policía Nacional” es terriblemente negativo, pues no sin razón la gente lo asocia a las dictaduras. A mí no me gusta la presencia ni de la Policia Nacional ni de la Guardia Civil en Valéncia. Es más, a mí la Policía Nacional y la Guardia Civil me dan asco. Detesto lo que representan y detesto su presencia en tierras valencianas. Ya ven señores, son cuestiones de preferencias políticas viniendo de un regionalista como soy, defensor del federalismo progresista. Pero al final todo esto no deja de ser una charla barata e irrelevante para muchos. Al fin y al cabo, ¿a quién le importará mis preferencias personales y políticas? ¿A qué viene esto entonces?
Porque si uno observa las zonas que son regionalistas o localistas, comprobará que más que identificarse con un partido político concreto, es más bien una cuestión de actitudes que se desarrollan en los pueblos. Hablando claro, yo no necesito pertenecer a un partido político para saber que la lengua valenciana me resulta cercana, familiar. No necesito pertenecer a un partido político para saber que odio el Real Madrid y lo que representa. No necesito pertenecer a un partido político para defender mis preferencias regionales e identidad personal. Partiendo de esta cuestión de actitudes, hablemos de la política española y la actitud que necesitamos a la vista de algunas terribles encuestas que otorgarían una victoria al Partido Popular, dependiendo qué medio leas. Para este artículo, parto de la suposición que es muy posible una victoria del PP, aunque no soy muy amigo de las encuestas y menos cuando todavía falta un poco.
El electorado casi nunca siente excitación por las elecciones, en nuestras sociedades cuasi-capitalista-consumistas y cobardes. Las elecciones generales del 2015 en España tendrán lugar en un país completamente desmoralizado, humillado (la clase trabajadora), un país al borde una crisis de legitimidad democrática, pues los menores de 40 casi de forma unánime percibimos con razón que España no es una democracia real y ahora ni siquiera pretender disimularlo. Al menos antes se guardaban las formas, sino las esencias. Alguien que a estas alturas todavía crea en Mariano Rajoy es un estúpido sin remedio. Es una persona irrecuperable. Tenemos un gobierno que al igual que ocurre en USA, es rehen de una élite que no llega ni al 2% de la población mundial. Muchos españoles, americanos, franceses y demás simplemente ceden, tiran la toalla y dicen “es lo que hay”, sin pensar en alternativas. La participación electoral es vergonzosamente baja.
Existe una percepción general entre nuestra generación (menores de 50) que las soluciones no vendrán del sistema político establecido. De hecho, aquí mismo en EEUU hace poco hubo una encuesta aterradora para la clase dirigente – por primera vez en décadas y décadas de neolibegalismo, un 69% de jóvenes (edades entre 18 y 29 años) votarían por un candidato socialista. Aquí tenéis la encuesta de Gallup. Los que nacimos entre 1980 y 2000 estamos madurando en un mundo en el que el famoso “sueño americano” o en el caso español, “clase media” es cada vez más una estafa. Ya ninguno de nosotros creemos en el mito de los libegales cuando dicen “solo tenéis que trabajar más y mejor para tener buenos sueldos”. A otros perros con ese hueso, que ya no cuela y no somos tontos. Somos la generación mas diversa (racial y sexualmente hablando), más formada (ninguno de nuestros padres hablan la cantidad de idiomas que hablamos ni tienen tanta preparación académica real), etc. También somos la primera generación en la historia o al menos durante siglos que vive peor que nuestros padres, que somos más pobres y con menos recursos financieros que nuestros padres. Todo este fraude de sistema es absolutamente insostenible, intolerable e injusto.
Somos una generación mucho menos racista e intolerante que nuestros ancestros. Pero esa tolerancia llevada a ultranza es origen de muchos problemas: la pasividad de esta generación y no defender lo que es de cada uno. Hemos perdido las avenidas legales para ejercer la democracia en nuestro país. Lo que demuestra esta época es que solo vamos a poder funcionar bien mediante movimientos populares que presionen a las élites. Una resistencia debe ser sistemática, coordinada e implacable.
La globalización ha hecho un daño tremendo, así como el capitalismo postmodernista a la hora de enfrentarnos con valentía y contundencia a ciertos problemas de la época. Un ejemplo es el tema de la inmigración: ¡claro que es muy bonito decir “que vengan todos!”, pero lo cierto es que hoy en día, la inmigración es una herramienta poderosa del empresario sin escrúpulos para seguir bajando sueldos y precarizando el empleo. El inmigrante no tiene la culpa de esto, por supuesto: el inmigrante es otra víctima más de la cadena.
Pero lamento mucho el “buenismo” contemporáneo de la izquierda progresista. Una cosa es defender a todos los trabajadores, independientemente de su color de piel o sus orígenes étnicos, otra es defender la inmigración masiva como concepto. Volvemos con esto al tema de las actitudes: creo que el problema es una cuestión de actitudes. En los años 70, por poner un ejemplo, ni de broma un inmigrante entraba en una fuerza laboral SINDICALIZADA Y ORGANIZADA. Tal fue así que hoy en día, los empleos que aún tienen fuerte presencia sindical: bomberos en Nueva York, Policía, etc…hay pocos foráneos. En NY, he sido testigo de como los operadores de ascensores son todos miembros del sindicato y aunque todos votan a la izquierda, detestan la inmigración masiva e ilegal. Como dicen por ahí: somos progresistas, sí, pero no gilipollas. La inmigración masiva no beneficia a nadie más que al empresario sin escrúpulos. OJO: Esto NO SIGNIFICA que debemos tratar mal al inmigrante como persona. Nosotros tenemos el deber de defender los derechos de todos, pero no fomentar la inmigración masiva y animarles a regresar a sus tierras (porque además ellos quieren eso). Muy pocas personas normales quieren salir de su tierra para ser explotados y tratados como esclavos en un país extranjero. ¿A tí te gustaría ser inmigrante en China y que te traten como basura, por ejemplo? Mírame a los ojos y díme la verdad.
Teniendo todo esto en cuenta, los movimientos sociales y de lucha política hoy en día no se aclaran. Podemos celebrar el auge de partidos como Compromís y Podemos, quizá, aunque Podemos me decepciona cada vez más últimamente…pero aún queda la cuestión de cómo una revuelta socio-popular puede seguir en transición para pasar de la protesta a la política, al poder político y la consolidación del poder. Porque al final de todo esto, siempre he dicho que sólo las instituciones políticas — sociales, política y económicas son las que pueden amoldar realmente los sentimientos colectivos. Los movimientos disidentes en España y Occidente en general deben buscar el poder político – dicho de otra forma: el poder ESTATAL. Poder de estado.
La izquierda progresista española es alérgica a la autoridad y al poder duro del estado, a la “realpolitik” y eso es un problema grave. España tiene una terrible tradición anarquista que complica mucho las cosas. Hay cosas que pueden hacer los movimientos, pero otras cosas que solo el Estado puede hacer. Solo un estado puede defender la patria de enemigos externos e internos (un estado revolucionario y realmente democrático, no lo que hay ahora que solo sirve para beneficio de 4 hombres blancos millonarios), sólo el estado puede gestionar la inmigración: solo el estado puede gestionar los recursos públicos para ayudar a los que menos tienen mediante ayudas sociales y públicas (seguridad social, ayudas a la vivienda, SANIDAD PÚBLICA), o financiar los colegios públicos y UNIVERSALES PARA TODO EL PAÍS. Todos esos problemas, por su propia naturaleza, son PÚBLICOS, no privados y solo el poder PÚBLICO puede resolverlos. Es necesaria la acción política.
Sí, es verdad que solo un levantamiento popular masivo puede generar la energía para hacer temblar a las élites, siempre ha sido necesaria la fuerza bruta para generar cambios. Pero solo el poder político, el poder DE ESTADO, puede reconstruir las instituciones políticas hacia fines populares, para consolidar la energía popular de la turba en algo duradero, igualitario y con efectos para todos.
Nunca las empresas financieras han dirigido un país de forma tan abiertamente descarada como en pleno siglo XXI. No hay ninguna “democracia” en España. Vivimos en una oligarquía dirigida por los mismos intereses financieros que dirigen el resto de Europa menos Rusia, Ni el PP ni el PSOE se interesan por los españoles ni por nada que sea democrático. Solo les interesa gestionar los intereses de la élite en detrimento de la población. Sí, es así: puedes llamarme “populista” si quieres, pero entonces eso solo revela que prefieres la oligarquía y seguir vendiendo los intereses de nuestra soberanía por unas monedas de plata. Hijoputa. Indeseable. Vendido. Antes populista que tú.
Necesitamos a estas alturas un poder político independiente y paralelo al PPSOE. Un poder importante y al margen del PPSOE. Si hay que unir a todas las fuerzas progresistas del país para sacarles del poder, yo apoyaré ese esfuerzo. La conversación nacional no puede ser ya entre “PP y PSOE”. Realmente, el conflicto político es y será entre quienes creen en la soberanía popular contra aquellos que prefieren mantener el “status quo”, es decir, la oligarquía, el poder la banca y el terrorismo financiero de la Unión Europea. Yo no quiero vivir en un mundo dirigido por los bancos. Quiero vivir en una democracia, dirigida por y para el pueblo. No acepto menos que eso y tú tampoco deberías aceptar nada menos que eso como fundamento principal no negociable.
Necesitamos, pues, un partido de distintos movimientos disidentes, pero unidos en nuestra oposición al sistema que ya NO nos representa. Ya somos una generación perfectamente consciente de las relaciones entre climatología, economía, raza, e injusticias varias. Todos sabemos que solo un pequeñísimo grupito de hombres blancos que no representan ni al 1% de la población controlan los recursos y determinan qué pasa en nuestros países y cómo se reparte el cada vez más carcomido pastel, consumido por esas cucarachas. Esa élite intenta incitar a la división racial para monopolizar la economía y seguir campando a sus anchas en todo el planeta. Un movimiento unificado defendería la idea que todos deberían tener lo que necesitan para vivir una vida digna como parte de una comunidad real en su país.
El sistema político español dificulta mucho la creación de nuevos partidos porque es un sistema diseñado para el equilibrio y el status quo — eso es exáctamente lo que le gusta a la élite financiera. Pero hay esperanza: en España sigue siendo aún mucho más fácil organizar alternativas si comparas con el terrible sistema oligárquico estadounidense. Realmente, EEUU es la única “democracia” occidental organizada por terratenientes supremacistas blancos que ODIABAN la democracia popular y real. Por eso aquí ni de broma ganaría un partido como Compromís o Podemos. La esperanza de España está en su población, mucho más cínica hacia el capitalismo y el sistema, porque en España, al ser un país sin soberanía, la gente ha visto de primera mano como la crisis abofetea sin complejos, mientras que los americanos aún viven protegidos de algunos efectos de la crisis porque son unos expertos en el maquillaje político y de la economía. Pero hemos llegado a una situación totalmente insostenible señores. Tenemos el deber de intentar cambiar la trayectoria de nuestro sistema fallido. El pueblo ha perdido la confianza en nuestra capacidad para auto-gobernarnos sin la intervención de Bruselas y otros organismos NO ELEGIDOS E ILEGÍTIMOS. Vivimos en la época más tecnológica y RICA DE TODA LA HISTORIA DEL PLANETA. NO HAY ningún pretexto para que tantos estén con casi nada cuando hay ¡tanto!
Ya ves, es todo una cuestión de actitudes: no quiero bancos haciendo lo que les dé la gana en mi país, no quiero sus cadenas, no quiero centros comerciales abriendo sin respetar los derechos laborales, no quiero productos “Made in China”, no quiero religión en las aulas públicas, no quiero colegios concertados que todos pagamos, no quiero competencia desleal, no quiero inmigración ilegal para que solo se beneficien las empresas, no quiero ser un peón más de las empresas nacionales o extranjeras en mi propio país, no quiero que la Justicia se ensañe con los más pobres mientras delincuentes auténticos del PPSOE y la banca salgan de rositas y otros pasen hambre, no quiero aquí a los que dicen “no hay alternativas”. Iros a otro sitio que aquí no sois bienvenidos. Yo soy de los que piensan que si la gente realmente tuviera opciones, no dejarían de decir SÍ SÍ a este escrito.