"La señora Kael, en su equivocado fervor feminista, está más sensibilizada con el Kiss Kiss que con el Bang Bang pero, para su desgracia (que no la nuestra), el fuerte del cine americano ha sido siempre el Bang Bang y no el Kiss Kiss.
Mientras la señora Kael cree que la afición de Barbra Streisand a revolcarse por musicales baratos merece miles de palabras de un prosa verborreicamente caleidoscópica, yo creo que películas como A Quemarropa ( Point Black, John Boorman, 1967), Gunn (Blake Edwards, 1967), Brigada Homicida (Madigan, Don Siegel, 1968) y Hasta que llegó su hora (C´era una volta il West, Sergio Leone, 1968) son infinitamente más interesantes que cualquiera de las barbaridades de Barbra. Y eso es todo lo que puede decirse sobre los fogosos Yo Jane, Tú Tarzán que la señora Kael convocó en aquel entonces para dotar de una nueva dimensión a sus argumentos ad homimen. Al contrario que Greta Garbo en Ninotchka (1939, Ernst Lubitsch), la señora K siempre ha exagerado el asunto de la feminidad. A pesar de todo, no tengo nada en contra de su obsesiva preocupación por la señora Streisand. Tampoco quiero seguir jugando a ser el viejo y bondadoso Charlie Brown de la Lucy interpretada por la señora K; lo cierto es que no encuentro ningún problema moral en que dos críticos de cine tengan gustos dispares. Además, con el apoyo de sus más fervientes admiradores, la señora K no suele verse sometida a los tediosos estándares de coherencia y consistencia a los que debemos doblegarnos los demás. Su sistema crítico tiene más en común con un ventilador que con un reflector, y cuando todos los papeles y resguardos han dejado de volar a su alrededor, incluso sus lectores más metódicos tienen problemas para orientarse.
La señora K es más una comunicadora que una iluminadora y es extraordinariamente poco generosa (al menos en sus escritos) con sus colegas. Desprecia los buenos modales de la comunidad académica (con los dientes apretados, pero buenos modales en definitiva) y desdeña todas esas pequeñas revistas de cine que le han dado carta de existencia. A pesar de todas sus exhibiciones feministas, es notoria su falta de amabilidad con las cada vez más numerosas compañeras que, desde ese mismo campo, se acercan a los estudios sobre cine. De hecho, la alteridad cada vez más perversa de la crítica de cine parece causarle verdadera angustia a pesar de todo el éxito y reconocimiento que ha recibido. Su tolerancia a la disidencia es comparable a la de Spiro Agnew y su capacidad para comunicarse con cualquier crítico de cine al que con anterioridad no haya castrado espiritualmente es prácticamente nula.
En consecuencia, no tiene sentido discutir con la señora K; lo máximo que uno puede conseguir es coexistir en su misma esfera de influencia sin sucumbir a los Peligros de Pauline, un eslogan que inventé hace siete años pero me sigue pareciendo muy oportuno".
Andrew SarrisFilm Comment (Otoño, 1971)
La presenta reprimenda forma parte del artículo Notas sobre la teoría de los autores en 1970, de Andrew Sarris, publicado en la revista Film Comment en Otoño de 1970, y supone una continuación a otro que, con el mismo título, apareciera en el número de Invierno de 1962-63 de la revista Film Culture. Sarris afirmaba que a principios de los 60 "el paisaje crítico era relativamente virgen y era posible reclamar una parte de los vastos depósitos fílmicos todavía no explotados intelectualemente. En realidad, casi la totalidad del cine americano se había visto condenado al olvido antes de que la controversia de los autores provocara una revaluación de películas tan duramente juzgadas y poco reconocidas como ..." Y a partir de aquí, lista una serie de películas de las que, a día de hoy, no existe duda alguna sobre su calidad y autoría.
Más allá de la pólémica con la Señora K, que he reproducido por parecerme una buena muestra de la pluma de Sarris, el crítico diserta a lo largo de doce puntos sobre la supuesta superioridad de unos géneros sobre otros ( "en ambientes intelectualoides afirmar que disfrutas del cine es casi lo mismo que afirmar que disfrutas del melodrama burgués, y cómo puedes tener tan mal gusto, tú que has saboreado los grandes tesoros de la antigüedad"), la afinidad del cine con las diferentes escuelas literarias y dramáticas, el estructuralismo y la amenaza que ello supone para la politique de auteurs o la diferencia entre cine de estudio (historia y oficio) y cinemanía (la adoración ciega de este o aquel director).
Aunque de su polémica con Pauline Kael se puede entrever que, para él, un crítico debe iluminar y no comunicar, la luz de Sarris, sin ser cegadora (al menos para un servidor), es irónica, divertida, intelectual (entendido intelectual como aquello que te hace pensar) y, a veces, vehemente.
Y vosotros, queridos confesos, preguntareis: ¿de dónde viene y adónde va deWitt? Pues vengo de leer La mirada americana. Cincuenta años de Film Comment de Manu Yáñez Murillo (T&B Editores, 2012), una antología de críticas de esta publicación que cumple cinco décadas. Lo valioso de este libro (además de la traducción al castellano de los textos), es poder comprender y estudiar la evolución de la crítica norteamericana durante la segunda mitad del siglo pasado.
Me consta que muchos de los que escriben blogs sobre cine no tienen por costumbre leer sobre cine. No es necesario. Sin embargo, la selección hecha por Manu Yáñez Murillo compendia en un solo libro varias formas de escribir, varias formas de "criticar" y varias formas de entender/abordar una obra cinematográfica. Sólo por curiosidad valdrá la pena, os lo aseguro.