Un estudio desarrollado por expertos de la Escuela Universitaria de Medicina de Yale (Estados Unidos), tenía como objetivo determinar aquellos procesos moleculares subyacentes que relacionan las madres embarazadas obesas cuya dieta es rica en grasas, con el mayor riesgo de que el bebé pueda sufrir obesidad y otras enfermedades metabólicas de por vida. Parece ser que la dieta rica en grasas en el embarazo, modifica el cerebro del bebé, concretamente altera aquellas regiones cerebrales que controlan el metabolismo, de ahí que los pequeños tengan un mayor riesgo de sufrir obesidad o diabetes.
El estudio se llevó a cabo con roedores de laboratorio a los que se alimentó con una dieta con alto contenido en grasas, los investigadores monitorearon el desarrollo neuronal fetal y su respuesta ante la dieta indicada. Con ello se logró establecer un modelo de programación metabólica asociada al tipo de dieta que recibía el roedor. Los resultados se pueden trasladar a los seres humanos aunque de un modo diferente. Tras las conclusiones obtenidas, se sugiere que en el modelo humano, las madres que consumen una gran cantidad de grasas durante el tercer trimestre del embarazo, pueden incrementar significativamente el riesgo de que sus bebés sufran obesidad y otros trastornos metabólicos relacionados. Por tanto, las futuras madres y sobre todo sus hábitos alimentarios, tienen un fuerte impacto en la salud metabólica de los bebés.
Al respecto os recomendamos retomar la lectura del post La dieta en el embarazo cambia la química cerebral de madre e hijo, una investigación reciente desarrollada por expertos de la Universidad de Adelaida (Australia), demostraba que una dieta rica en grasas y azúcares durante el embarazo, cambiaba la estructura cerebral de los bebés, alterando el funcionamiento del sistema cerebral del pequeño tras el nacimiento.
Los expertos habían consultado estudios anteriores realizados con seres humanos en los que se había demostrado que las madres obesas o con diabetes tenían un mayor riesgo de tener un bebé con problemas metabólicos, ahora se sabe que existe un patrón que altera el desarrollo neurológico, sin embargo, hasta la fecha no se han desvelado los mecanismos que desencadenan los cambios que se producen en el cerebro del futuro bebé. En el estudio con roedores se constató que las conexiones neuronales del hipotálamo son las más afectadas ante una dieta de la madre con alto contenido en grasa, la descendencia de estos roedores tenían sobrepeso y el metabolismo de la glucosa se alteró. Pero además hay que destacar que los investigadores apuntan que el periodo de lactancia también es un condicionante, una dieta elevada en grasas también provocaría cambios metabólicos en el bebé consecuencia de la “reprogramación cerebral”.
Aunque como decíamos, los resultados se pueden trasladar a los seres humanos, existen diferencias en los patrones de desarrollo de los circuitos neuronales del hipotálamo, en el caso de los ratones, éstos se siguen desarrollando después del nacimiento, en cambio en los bebés ya están completamente desarrollados antes del nacimiento, por tanto, se considera que el tercer trimestre del embarazo es crucial, la dieta de la madre en esta etapa puede tener efectos duraderos en la salud de los hijos. De todos modos los investigadores explican que se han de realizar nuevos estudios, teniendo en cuenta otros factores, como por ejemplo la diabetes gestacional, problema que se manifiesta con frecuencia durante el tercer trimestre del embarazo.
Las madres pueden controlar e incluso revertir la predisposición de que sus futuros bebés puedan tener obesidad u otras enfermedades metabólicas, para ello simplemente deben realizar una dieta sana y equilibrada durante el embarazo. Como podemos comprobar, son muchos los estudios que terminan concluyendo que la dieta de la futura madre es un factor determinante para el bienestar del futuro bebé. Podéis conocer todos los detalles de esta curiosa investigación a través del artículo publicado en la revista científica Cell.
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Una dieta rica en grasas en el embarazo modifica el cerebro del bebé