Hace unos días, un amigo, gerente general de una empresa de tecnología, me decía algo así: “Andrés, tu blog está muy bueno y no puedo negar el éxito que alcanzaste y el interés que lograste despertar en un poco más de dos años. Si bien comprendo la relación entre management y comunicación y algunos otros temas sobre los que escribís, no entiendo por qué mezclas buenas prácticas de gerenciamiento, liderazgo y negocios, con psicología positiva, selfmanagement, ecología, amor, consciencia y espirtualidad. Para ser delicado, te diría que es una ensalada cuya coherencia no puedo todavía captar.”
Infiero que esta duda probablemente esté presente en más de uno de los lectores, así que me decidí a poner un poco de luz y tratar de mostrar en este posteo cuál es la clave con la que organizo todos estos temas en un espacio dirigido a mejorar la efectividad del trabajo desde la dimensión humana.
Tal vez por la deriva histórica que nos precede, solemos pensar y vivir la efectividad organizacional poniendo el énfasis de nuestra mirada exclusivamente en su aspecto más visible: los resultados de nuestras tareas, en el éxito material de nuestras organizaciones, el valor económico y financiero que la estructura empresaria entrega a los accionistas y demás partes interesadas como retorno a la inversión. Y esto está muy bien, siempre y cuando la visión del árbol no nos impida ver el bosque. Pues los resultados del negocio son sólo la “punta del iceberg” de algo bastante más complejo y profundo.
Este paradigma de efectividad resultadista, nos mantiene operando en un mundo que desatiende el principio y fin de toda estructura organizativa: el bienestar humano. Esta limitación con la que consideramos la efectividad termina erosionando los aspectos que descuida, o sea a las personas. Y esta erosión de la dimensión humana del fenómeno empresario, tarde o temprano, lleva al sistema organizacional a operar a niveles de efectividad que están bastante por debajo de su potencial y, en definitiva, a su colapso.
Frente a esta miopía del paradigma vigente me resulta de gran poder generativo e integrador, mirar la efectividad como un sistema de relaciones en cuatro diferentes niveles o componentes:
- la dimensión impersonal (la relación con la tarea, los recursos, los resultados, el éxito…),
- la dimensión interpersonal (la relación con las demás personas, el capital social, la comunicación, la confianza…),
- la dimensión personal (la relación conmigo mismo, el bienestar, los valores, la realización, el compromiso…),
- y la dimensión transpersonal (la relación con lo trascendente, con el espíritu, la conciencia, el amor, lo divino… ).
Y como en todo sistema, lo que ocurre en cada uno de estos niveles tiene efectos en los demás e influye en el funcionamiento del sistema en su conjunto.
Esta mirada sistémica de la efectividad es la llave para comprender claramente cómo cada uno de los niveles y componentes del sistema afecta al otro y, desde esta claridad, poder hacer algo al respecto. Veamos uno de las posibles descripciones de los lazos causales y de la dinámica de este sistema: sin mayor consciencia y amor (nivel transpersonal) el sentido del trabajo termina deshumanizándose, se oscurecen los valores capaces de orientar con virtuosismo los actos de las personas, y disminuya el compromiso y el bienestar (nivel personal) experimentado al llevar adelante las tareas propias de cada función, esto termina asfixiando la capacidad para generar relaciones de confianza en los equipos, con los clientes y con la comunidad (nivel interpersonal) y esta desconfianza empobrecerá los resultados que se logran en forma individual y colectiva (nivel impersonal).
En el siguiente cuadro, inspirado en el modelo de Fredy Kofman, muestro una forma de esquematizar el sistema:
No espero que acuerdes con esta perspectiva, pero sí que esto sume a tu entendimiento de los motivos que me llevan a considerar que todos estos temas que comparto contigo en el blog, se vinculan en coherencia con el mundo del trabajo y la persecución del desarrollo empresario. Cuanto más felicidad y menos sufrimiento innecesario experimenten las personas talentosas en el ámbito laboral, mayor será su contribución de valor. Además… ¿se te ocurre otro camino que valga la pena?
Me encantará leer tus comentarios.
Por Andrés Ubierna.