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Una espinita en la garganta

Publicado el 06 noviembre 2025 por Claudia_paperblog

Salgo de la estación de tren, subo las escaleras y, desde las alturas, lo único que sobresale entre los edificios bajos, es el cartel fosforescente de KFC. Y me da pena, porque es mi pueblo. Se respira mejor, es de noche cuando llego porque se acerca el cambio de hora, el aire que entra en los pulmones despeja las fosas nasales porque es más frío, más húmedo. Las hojas caídas en el paseo son amarillas ya, aunque creo que lo son prácticamente todo el año, en verano también.

-Está un poco quejica -le comento a M., que ha tenido mellizos recientemente, mientras los paseamos alrededor de la manzana esperanco a C.

-¿Quejica cómo?

-No sé, que todo le parece mal, todo es negativo…

-Vamos, que está amargada.

-Pues un poco sí, solo que me parecía un poco fuerte decir que mi madre está amargada.

A veces, me parezco demasiado a ella, quiero culpar a cualquier otra persona de mis males, de no sentirme bien conmigo misma, de no dormir bien, de no encontrarme. Y cuando veo ese reflejo de mí en el espejo, me culpo todavía más. Falta el papa. Con él todo está en equilibrio algo inestable, pero en equilibrio.

Cada uno está en su móvil. Pienso que podríamos haber jugado a algún juego de mesa el domingo por la tarde, pero mi hermana se echó la siesta, mi hermano se metió en su cueva a jugar y mi madre se pasó la tarde en el ordenador y con la televisión encendida, sin hacerle caso a la película.

Hasta que a media tarde las obligué a salir. Fuimos a casa de la yaya. Mi hermana y yo por primera vez. Yo quise empezar rápido, revisamos las ollas y las sartenes, luego fuimos a buscar las toallas que bordó para cuando sus nietos se casaran. Ojalá, yaya. Yo recordaba perfectamente las mías y, además vi que, fijada con un alfiler, había una nota con mi nombre escrito. Lloré, en realidad lloré antes de eso. Mi madre ni se inmutó, supongo que puso cara de “otra vez llorando”. Yo sabía que mi hermana no venía a la habitación porque estaba llorando en el comedor. Se había puesto a mirar las fotos que publicábamos en la revista familiar.

Ahora me da el sol de la mañana en la cara y soy feliz de empezar el día así y no trabajando desde que me despierto. Me quedan diez minutos de libertad. Pienso en las preocupaciones que he tenido esta pasada semana y que no tiene sentido preocuparse por E., que él y yo no vamos a encajar nunca ni aunque lo intentemos. No sé si quiero su brazo pasando por encima de mi hombro porque viene el invierno o porque le quiero en mi vida. Quiero quedarme sola para siempre y no quiero quedarme sola para siempre. Me da la sensación de que la faceta que me mostró al principio no la puede mantener con el tiempo. Quizá soy yo la que exige más.

Hoy sueño que estoy en una casa enorme llena de luz, solo que cuando se hace de noche, la luz eléctrica tarda minutos en llegar una vez enciendes el interruptor. En el sueño hay muchos niños, tienen globos, hay un globo con forma de gato y tiene un agujero. Finjo que le he secuestrado y que me tienen que pagar el dinero del rescate si lo quieren recuperar. ¿A quién se lo voy a contar, eh? ¿Quién se va a reír de mis tonterías?

Cuando se me quedan cosas sin contar, una espinita se clava en la garganta, que no en el pecho, es como el nudo que se forma antes de llorar. Pienso en J. y en esa facilidad que tiene para contarte todo lo que hace como si fuese lo más emocionante del mundo, es un don que tiene, la gente le escucha con atención aunque te esté explicando que ha hecho un curso de cata de café. Cuando ve una serie, te la recomienda como si fuese la mejor que vayas a ver nunca. Cuando te recomienda un restaurante, lo mismo. Y hace ese “Ushhh” cuando habla del arroz chaufa o de su hamburguesa favorita. Y a veces me gusta, pero a veces me hace sentir como si mi viaje a Chile no fuese nada en comparación, o mi salto en paracaídas, o mi fiesta de cumpleaños, o el rappel por la montaña, o mi curso de biología marina. Quiero mostrarle todo eso, pero no sé qué pasa que no me da tiempo cuando estoy con él.

Una espinita en la garganta

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